Algunos alumnos lo recuerdan con miedo, otros con ironía; sin embargo, todos coinciden en que fue “un momento de susto”.
Un “intruso” hizo de las suyas durante una clase de matemáticas del colegio Donoso Torres, en El Alto . Él era de color plomo, tenía orejas grandes, ojos pequeños y cola larga.
Encima de las mesas y sillas, las alumnas y hasta la profesora Rita Berríos veían cómo un ratón, después de “corretear un buen rato”, se metió por un hueco de una de las paredes del aula.
Berríos calmó a sus alumnos y a partir de esta experiencia dio una orden inusual: “Coloquen el botapié de su pantalón dentro de sus medias para que los ratones no se les suba por sus piernas”.
El hecho sucedió hace dos semanas en el curso primero B de secundaria de dicho colegio, ubicado a una cuadra del mercado de Ciudad Satélite. Alumnos, maestros y padres de familia aseguraron que la presencia de roedores es frecuente en el recinto.
El presidente de la junta escolar de esta escuela, Gustavo Peca, dijo que la Alcaldía fumigó el establecimiento el año pasado; sin embargo, “este año otra vez estamos con problemas de ratones. Los padres de familia tuvimos que poner cemento a los hoyos de las paredes, aun así siguen apareciendo”, contó.
En tanto, los alumnos del primero B ya se familiarizaron con el roedor, hasta le pusieron un nombre: “Ratón Pérez”. “Hace dos semanas que no apareció, pero todavía está el miedo”, contó Nicole Michelle, una estudiante de 12 años.
Un aula-depósito
En la unidad educativa Tarapacá, ubicada en la plaza Juana Azurduy de la zona Villa Dolores de El Alto, 36 estudiantes pasan clases en un aula-depósito, que no tiene ventanas ni suficiente iluminación.
Hace tres años ese ambiente era exclusivamente un depósito, según el director del colegio, Julio Choque. Después se lo usó también como aula.
“Tal vez nos acostumbramos al ambiente, pero hay momentos en que hace mucho calor y no podemos atender las clases”, contó Mery Ticona, alumna del sexto B de primaria
El profesor Juan Carlos Copa da sólo una hora de clases en esa aula porque -dijo- no soporta el encierro. “Imagínese los niños que están toda la mañana”.
El martes, centenares de padres de familia se movilizaron en El Alto en demanda de siete puntos, entre ellos la construcción de 1.000 aulas para los establecimientos educativos de esa urbe.
Estudiantes pasan clases en el piso
Por falta de sillas y debido a la poca iluminación, al menos diez alumnos de cuarto de primaria del colegio Tarapacá pasan clases en el suelo y cerca de la pizarra.
Según Celso Marín, profesor del curso que tiene 37 alumnos, siete estudiantes no tienen pupitres.
Además, “cuatro focos no alcanzan para iluminar esta clase y los alumnos de atrás se vienen hasta adelante para anotar lo de la pizarra”, afirmó Marín, mientras diez niños arrodillados en el piso escribían en sus cuadernos.
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