Un pasito adelante. Siendo de Lenguaje, el profesor Aquino, como todos sus colegas (dicten la materia que dicten), tuvo que aprender agricultura y, en su caso, especializarse en fideos para aportar lo suyo a lo que, ya de manera natural, allí llaman su “escuela productiva”.
En Quiriza y sus tres escuelas seccionales (un total de 150 niños), los alumnos reciben dos comidas diarias, el desayuno y el almuerzo.
Para cubrir este régimen, cada escuela cuenta con su propio invernadero, donde se cultiva remolacha, zanahoria, acelga, apio, espinaca, perejil, lechuga, entre otros, detalla el director del Núcleo, Ernesto Caballero Heredia.
Con ayuda de la Unión Europea a través del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, la escuela de Quiriza también construyó su Módulo Caprino. Con esto, dice esperanzado el director Caballero, la escuela se abastecerá de leche y queso de cabra.
Currículo. Ahora, Agricultura ha dejado de ser una materia más para convertirse en casi un hábito; un tema que atraviesa todo el currículo: desde Inicial (los más pequeños) los niños aprenden a manejar la tierra. Es que “el invernadero es la segunda aula”, ilustra la profesora de primaria de la seccional Viscachani, Norma Lucas.
En los niveles superiores ya se habla del manejo de la siembra y de la cosecha, de los trasplantes, abonos y secretos del riego; de la alimentación equilibrada, en fin... muestra sus gruesos documentos anillados, “aquí está todo sintetizado”, dice el director Caballero Heredia.
Pero esta escuela también genera educación productiva “hacia afuera” (en realidad toda la comunidad participa): a los papás, que aprovechan la tecnología agrícola que de todos modos traen los técnicos; y a las mamás, que ahora manejan con más sapiencia aquello de nutrientes y no nutrientes.
Así, en la Feria Educativa que las escuelas de Quiriza instalaron para recibir a los embajadores de la Unión Europea, el 17 de mayo, había una peculiar lista de “Los 20 desayunos y los 20 almuerzos del mes”. En Viscachani, cuenta la profesora Lucas, las cocineras son las mismas madres de familia, y entran en la cocina según el número de hijos que tengan en la escuela.
Cuando vieron que no todas las mamás tienen la misma mano y sazón, al final, entre todas tuvieron que redactar, escribir e imprimir el primer “Recetario unificado” de la escuela. Así, ya no hay tanta variación y desayunos y almuerzos tienen un mismo gusto, muestra orgullosa su recetario anillado Norma, la maestra de Primaria.
Ahora, en estos emprendimientos ya se empiezan a generar excedentes, los cuales son vendidos en Tupiza para comprar alimentos o herramientas que faltan. Aquí, es llamativo, por ejemplo, el “humus de gusanito” (de lombriz) que orgullosa muestra la profesora Lucas: “522 bolivianos hemos ganado por el humus y ya lo hemos invertido para comprar otras cosas...”.
El estado tiene la palabra
-La escuela José Luis San Juan García de Quiriza, el 2010 ganó un segundo premio nacional de iniciativas escolares productivas.
-Preocupa que todo este esfuerzo se pierda con el cambio de profesores. Hay que socializar estas experiencias e institucionalizarlas. El Estado tiene la palabra, dice el Director.
Las 97 gallinas de los huevos de oro de Chifloca
“A las gallinas cluecas (que dejan de poner huevos) las otras gallinas que ponen huevo les pegan. Les tenemos que sacar afuera, les tenemos que cuidar, les bañamos, hasta que pongan huevo; cuando vuelta les llevamos, ya no les pegan”, describe Policarpio Flores, un niño de 11 años, de la escuela rural de Chifloca (Tupiza), uno de los frecuentes problemas productivos que como criadores tienen que enfrentar para mantener a las 97 gallinas de postura de la granja de la escuela.
Con el apoyo de la Unión Europea, a través del PMA, la escuela de Chifloca construyó su granja en mayo del 2010: un pequeño ambiente que se usa para cobijar y alimentar a las aves, un patio enmallado y, más allá, el huerto escolar, de ajo, lechuga, tomate, cebolla...
Cada día las gallinas ponen entre 85 y 87 huevos, a veces llegaron al récord de 95, pero casi nunca menos de 80, lleva la cuenta la profesora de los 32 alumnos de la escuela, Sabina Caro Álvarez.
De modo que dos veces a la semana, los niños se alimentan con huevos; lo que resta es comercializado en Tupiza, como el afamado “huevo criollo” que por lo común cuesta más que el “industrial”. Con la ganancia de los huevos, luego se adquieren otros alimentos para complementar el desayuno y el almuerzo de la escuela.
La profesora Caro expresa la aspiración de esta peculiar comunidad de criadores de aves: quisiéramos otro “murito” más (otro ambiente, en realidad), esta vez para criar pollo parrillero. Porque le ven futuro, conociendo ya el mercado de Tupiza.
Lecciones
Canto a Chifloca
‘Marchemos siempre adelante...’
“Escuelita de Chifloca / para los niños del campo / progreso de nuestra patria. /Escuelita de Chifloca / marchemos siempre adelante / con todo nuestro respeto. /A las orillas del río / sacudiendo la pereza / la Madre Naturaleza. /Escuelita de Chifloca / marchemos siempre adelante / con todo...”
Técnico
‘Tenemos promotores de 75 años, niños’
Crispín Porco: “Tenemos promotores (agropecuarios), de 75 años; señoras... aquí no es necesario que sepan escribir, sino que sepan manejar la siembra, el trasplante... Se ha formado buenos promotores. Había el niño Ronaldo Vilatorre, de siete años, que era... guapísimo, que explicaba en detalle todo”.
Director
‘Más proyectos para frenar la migración’
Franklin Gutiérrez, director de la escuela Chorcoya Avilés: “Ésta es una zona bastante deprimida, muy pobre; que se implementen otros proyectos; creo que es una política ahora implementar proyectos, la parte productiva, para que frenemos un poco la migración y no se vayan del país”.
Se aspira dejar una ‘semilla de sostenibilidad’
Las escuelas con proyectos productivos de Quiriza y Chifloca, en Tupiza, Potosí, cuentan con la ayuda de la Unión Europea a través de la gestión del Programa Mundial de Alimentos, PMA.
Los días 16 y 17 de mayo, los embajadores de Alemania, Philipp Shauer; de Suecia, Ana Strongber; de Italia, Luigi De Chiara; el representante en Bolivia de la Unión Europea, Kenent Bell, y la directora del PMA, Vitoria Ginja, entre otras autoridades, visitaron dichos emprendimientos.
Semilla. Para Vitoria Ginja, lo principal es que efectivamente se esté dejando la “semilla de sostenibilidad”, pues el punto no es tanto que se haya iniciado los proyectos, sino que se los mantenga, y de la mano de la propia comunidad escolar y del pueblo.
El balance es positivo de todos modos. Una primera constatación de esto, destaca Ginja, es cómo a través de la actividad productiva y el refuerzo del alimento escolar, de a poco se cambian, se mejoran, los hábitos alimenticios tanto de los niños, como, a través de ellos, de las familias mismas.
Lo peculiar de los dos proyectos es que el gobierno municipal asumió su rol de promotor del desarrollo económico local, al comprar la producción de estos emprendimientos, asegurándoles de este modo un mercado. Eso contribuye en mucho a la sostenibilidad de ambas iniciativas, insiste Vitoria Ginja.
Otro avance de indudable valor en los emprendimientos locales que visitaron los embajadores, es la generación de excedentes de la producción agrícola y pecuaria y los primeros ensayos de procesamiento, de “añadido de valor”, de la materia prima agrícola; como son las plantas procesadoras de haba en Chorcoya, en el municipio de Yunchará, Tarija, y de Maíz, Sumaj Sara, en la ciudad de Tupiza, Potosí.
La embajadora de Suecia, Ana Strongber, destaca cómo con estos emprendimientos la producción local va sustituyendo la dependencia que antes se tenía de productos que venían de las grandes ciudades. El embajador de Italia, Luigi De Chiara, por su lado, enfatizaba en cómo la ración alimentaria en la escuela se ha convertido en un importante factor contra la deserción escolar.
El embajador de Alemania, Philipp Schauer, remarcó que otras escuelas bien pueden tomar estas experiencias como un paso hacia las escuelas productivas. El representante de la Unión Europea, Kenet Bell, por su lado, apunta que la mayor preocupación siempre será la sostenibilidad. Se aprendió la lección, sin embargo, de que si hay algo que asegura la permanencia del proyecto es el hecho de que las comunidades de verdad se apropiaron del mismo.
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