Además de su diploma de bachiller recibió otro por la "fidelidad” pues era parte de aquellos estudiantes que estuvieron en el colegio los 12 años de primaria y secundaria, toda una vida.
En la fiesta de la promoción el DJ de la amplificación anunció: "Se invita a los ex alumnos a hacer un círculo para el brindis”. ¿Ex alumnos, acaso los invitaron a la fiesta? Tardó un momento en darse cuenta de que se refería a ella, a ellos, a los flamantes bachilleres.
Tampoco le hizo gracia alguna cuando el DJ dijo "Vamos a bailar hasta la madrugada ¡mañana no tienen clases… ya nunca tendrán clases!”. Desgraciado.
En su último año decidió realizar su primera chachada, es que ya se daba cuenta que su vida colegial llegaba a su fin. El último día de clases se la pasó llorando, abrazando, tomándose fotografías, firmando y haciéndose firmar su buzo deportivo.
El acto de promoción también pasó rápido. La bachiller no se dio cuenta de que fue la última vez que vio a algunos de sus compañeros, que se perderían en los vericuetos de la vida para siempre. Leamos, de su puño y letra, los sentimientos de esta joven bachiller:
Triste y asustada
"Todos se sienten felices, emocionados, alegres, por fin ya terminó, se sienten libres… Era el último día de clases. Abrazos, lágrimas y muchas fotos como nunca; era lo último que hacíamos en nuestro curso.
"Al contrario de todos mis amigos bachilleres, yo no me siento libre, no me siento contenta ni feliz, para nada. Dejar el colegio, que fue mi hogar, lo único que conocía durante doce años de mi vida, me hace sentir muy triste y asustada… asustada porque no sé lo que me espera, no me siento preparada para enfrentar esta nueva etapa.
"No sé si muchos se sentirán como yo, pues creo que algunos vieron el colegio como una cárcel, una pérdida de tiempo y quizás incluso estaban obligados a asistir diariamente a clases.
"Para mí era toda una aventura, en realidad era lo único que hacía. Aunque muchas veces iba sin tareas o incluso existían días en los que literalmente no hacíamos nada, esa emoción de alistarme cada día para asistir a mi cole, ver a mis amigas, a mis profes; esa emoción de estar en mi curso, con la pizarra al frente, con la chacota de fondo, los cambios de horarios, el recreo, ese ambiente de amistad, de ocurrencias, risas, cuentos, chistes y cada cosa vivida en mi curso era lo que verdaderamente me hacían sentir libre, me daban tranquilidad, felicidad. Pensar que estos momento ahora sólo se quedarán en recuerdos es lo que más me duele.
"El hecho de que soy mimada, muy hogareña y apegada a mis padres es lo que más me va a costar dejar, porque por lo que entendí esta ‘nueva etapa’ no sólo significa dejar el colegio y empezar la universidad, sino dejar poco a poco el nido; volverse más independiente y aprender a tomar decisiones más difíciles.
Fue muy rápido
"Sabía que este momento iba a llegar, pero no tan rápido. Fue todo tan apresurado que llegó y me dejó en shock, es por eso que estoy asustada.
"Me siento como un bebé que aprendía a caminar, con ayuda de sus padres y con mucha confianza y seguridad, y ahora repentinamente desapareció la seguridad y al bebé le da miedo continuar caminando, tiene miedo a caer.
"Dicen que no es malo caer, que de los errores uno aprende. No entiendo porque lo dicen, supongo que me falta muchísimo por aprender y que tendré que caerme varias veces, pero sigo sin entender para qué. ¿Qué es lo que tengo que aprender?
"Ahora tengo que entrar a un mundo desconocido y sin respuestas, o con respuestas que no entiendo . Para mí es, o más bien era, suficiente el colegio, mi familia y amigos y todo lo conocido, pero ahora soy una ex alumna más.
"Si de algo sirve todo lo que aprendí, es que tengo que continuar y lo haré… y así tal vez, en otra oportunidad, pueda contarles cómo me fue, cómo termine también la universidad”.
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