Aldeas Infantiles SOS cumple este martes 45 años de labor en Bolivia. Durante este tiempo esta instancia ha brindado servicio ininterrumpido a niños y niñas que quedaron en situación de orfandad o abandono.
La primera Aldea Infantil SOS en Bolivia se creó en 1969 por la solicitud de un grupo de religiosas que administraban el orfanato "Gota de Leche" en Cochabamba, ellas establecieron contacto con Hermann Gmeiner, fundador de Aldeas Infantiles SOS en el mundo, para solicitar la conversión de este orfanato en una Aldea SOS.
"Bajo este enfoque integrado cada año atiende a más de 10.000 niños y niñas a nivel nacional dentro de sus programas de Fortalecimiento Familiar, Acogimiento Familiar y Educación Emprendedora", informó Aldeas SOS en un comunicado de prensa.
En el marco de su aniversario, esta institución, presentará en varios eventos a nivel nacional el Informe de la gestión 2013, el mismo que refiere que en sus 20 Programas ha brindado protección y atención integral a más de 8.000 niños y 5.000 familias en riesgo en nuestro país.
El trabajo en Santa Cruz
Uno de los ejemplos del trabajo que realiza Aldeas Infantiles SOS en Santa Cruz es el que se lleva adelante el el Distrito 12, uno de los más populosos de la ciudad y donde más problemas en el entorno familiar se han identificado.
En el Distrito 12, Aldeas Infantiles SOS ha puesto en marcha un programa piloto cuyo principal objetivo es crear las condiciones necesarias en cada núcleo familiar para que se mantenga unido.
La idea del programa es ofrecer una respuesta personalizada a cada inconveniente que pueda presentarse por el camino e involucrar a las autoridades locales, a los líderes comunitarios y a los vecinos de la zona.
Historias de vida
Cabe mencionar que el proyecto ya está en marcha, prueba de ello es Claudia P., de 33 años, que posee un frigorífico que fue incautado por las autoridades municipales de Santa Cruz y que llegó a sus manos a través de Aldeas Infantiles SOS.
Desde que lo tiene su vida ha cambiado, porque en su caso se ha convertido en una herramienta que garantiza su supervivencia. Ella lo utiliza para que no se le derritan los bolos que prepara y vende para ganarse la vida. Hace algunos años, ella era una víctima más de la violencia intrafamiliar, pero gracias al apoyo de la entidad logró salir adelante, en un negocio propio y con sus hijos. Historias como estas es la que buscan que se multipliquen, pero para ello requieren de más de una mano amiga.
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