"Codo a codo”, en los pequeños salones de la parroquia de San Juan del Calvario, 130 niños de la unidad educativa Sergio Suárez piden que las obras de refacción de su establecimiento sean aceleradas. Hace tres semanas fueron evacuados de su colegio por riesgo de desplome.
El pasado 30 de julio cinco cursos del establecimiento, ubicado a una cuadra del Cementerio La Llamita, fueron evacuados por las rajaduras que se produjeron en pisos y paredes de cinco aulas del bloque antiguo de la construcción. Autoridades municipales señalaron que el hecho fue producto de una falla en una conexión de EPSAS y aseguraron que los niños iban a ser trasladados a otra unidad educativa.
"No hay espacio y es incómodo”, señaló Carlos, uno de los estudiantes de quinto de primaria que ahora comparte una mesa con cinco compañeros. Otras mesas alineadas, para ahorrar espacio, sirven de pupitres a otras 15 niñas que apenas pueden escribir sin estorbarse entre ellas.
"Como no había lugar en las escuelas cercanas nos han traído aquí. La iglesia nos ha proporcionado cuatro ambientes en los que ahora podemos pasar clases. Uno de los cursos tuvo que irse a un centro vecinal”, comentó la profesora Blanca Muñoz.
A tres semanas del traslado, los estudiantes se han dado modos para acomodarse en los reducidos espacios y continuar con su labor académica para no perder el curso. Pero hay problemas: los servicios básicos son la principal falencia, pues, aunque la Alcaldía llevó un baño portátil (de los que son utilizados en las entradas folklóricas), éste no está en uso porque no fue instalado.
"Acá estamos cuatro de los cinco cursos, con más de 30 alumnos cada uno, y todos usan el único baño de la parroquia que tratamos de mantener limpio. Han traído el contenedor, pero hasta ahora no lo han conectado y nos hace falta”, dijo Muñoz.
El espacio exterior de la iglesia es otra de las preocupaciones por la presencia de personas en estado de ebriedad. "No es muy seguro, da miedo porque hay borrachos”, cuenta la pequeña Giovana, al referirse a las calles aledañas al templo, que ahora son el patio de recreo de la escuela.
El párroco Jesús Llorente asegura que han recibido a los niños con cariño y que han tratado de acomodarlos lo mejor posible. "Falta espacio, nosotros les hemos brindado el mobiliario que tenemos y que usamos para nuestras clases de apoyo pedagógico a 70 niños, que están a cargo de los jóvenes profesionales de la parroquia”, dijo.
Al respecto, el secretario municipal de Infraestructura Pública, Rodrigo Soliz, informó que ya se realizaron los estudios y se tiene un buen avance en las obras de reconstrucción del colegio. "Si no hay complicaciones, los trabajos en el lugar terminarán en el mes de septiembre”, aseveró.
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