19.7.17
Volver a clases…recuperar el tiempo perdido
La vuelta a clases después de las vacaciones significa una oportunidad para, además de reflexionar sobre lo hecho por nuestros hijos en la primera mitad del año, replantearnos diferentes formas de recuperar el tiempo perdido.
El descanso en el tiempo de receso invernal, idealmente, tiene que haber servido a los estudiantes para renovar energías y volver motivados.
Un caso especial es el del niño o adolescente que hasta ahora no tuvo un rendimiento escolar satisfactorio. Padres e hijos deben conversar y analizar juntos las calificaciones y las razones que podrían haber incidido en esa realidad. ¡Este es el momento indicado para recuperar el tiempo perdido!
Un trabajo de equipo
Según Verónica Jadue Serrano, psicóloga del centro de apoyo psicopedagógico AMIMUNDO en Sucre, el trabajo con los niños y adolescentes debe comenzar con un proyecto y una proyección familiar, partiendo de tres preguntas: “¿dónde estamos?, ¿cómo estamos? y ¿dónde y cómo queremos llegar al final del nuevo semestre”.
“Este es un trabajo de equipo, todos deben involucrarse, no solo buscar las posibles causas o culpables. Es momento de propuestas o soluciones, manteniendo siempre la armonía y la unión familiar. Es el momento de la reflexión, desde cada uno de los roles que se juegan en la familia, como mamá, como papá y como hijos”, indica la experta.
El tiempo libre
Todos sabemos que el estudio es una responsabilidad importante en la vida de los hijos, pero desarrollar actividades en otras áreas, como deportes o artes, donde ellos juegan, comparten y se equivocan, les ayuda a ser mejores cada día.
Muchos, en vacaciones, dedicaron el tiempo libre a algún deporte, o se distrajeron realizando manualidades junto a mamá o papá, quizá pasando un curso fuera de casa. Esto les sirve para aprenden a enfrentar nuevos retos que, por pequeños que sean, les impulsa a llegar cada vez más lejos y con más confianza, porque se sienten acompañados y amados por su entorno.
La mentalidad y el interés
Para encarar el segundo semestre del año, todos deben estar preparados mentalmente, con una actitud positiva para lo que vendrá, y “cambiar o mejorar las rutinas”, aconseja Jadue.
El hecho de que los padres se involucren en las tareas escolares de sus hijos, haciendo seguimiento, preguntando por el avance de las diferentes asignaturas y mostrando interés en su progreso escolar al conversar sobre el valor que tiene una buena educación, permite que los niños y adolescentes perciban el interés de los mayores en su trabajo. Así notan que vale la pena hablar de ello y esforzarse por aprender más.
“Todo esto redunda en mejores desempeños escolares y una actitud positiva de los estudiantes hacia la escuela”, sostiene la psicóloga consultada por ECOS.
El clima familiar
En criterio de la responsable de AMIMUNDO, un positivo clima familiar genera mayor confianza y seguridad en los estudiantes, pues la calidad de la relación con los padres u otros mayores influye y determina un adecuado rendimiento escolar.
La calidad de este vínculo tiene que ver con la cercanía y la relación afectiva entre los miembros de la familia y cuán queridos y aceptados se sienten ellos. “Aunque muchas veces confundimos la cercanía afectiva-emocional con la física o el tiempo que estamos presentes, por ello es más importante la calidad de tiempo que se pasa juntos”, aclara.
La expectativa de los padres
Otro factor importante para el éxito escolar de los estudiantes es la expectativa que tienen los padres sobre la educación de sus hijos. Que piensen que una buena educación redundará en mejores oportunidades de vida y posibilidades de surgir en el futuro. Que crean que si se lo proponen, sus hijos podrán concluir el bachillerato y luego los estudios superiores técnicos, universitarios e incluso de posgrado.
Las altas aspiraciones llevan a los padres a promover la asistencia diaria de sus hijos al colegio, a ser puntuales y a cumplir con el apoyo que demanda la escuela y en el hogar con la ejecución diaria de las tareas.
Confiar en sus habilidades
Los padres deben confiar en las habilidades de sus hijos porque, con ellas, estos serán capaces de aprender y tener buenos resultados académicos. Cuando se valora explícitamente los esfuerzos y logros de los menores, se reconocen sus talentos y se les hace sentir que son capaces, los estudiantes desarrollan una percepción positiva acerca de sus propias capacidades, desarrollándose en ellos un mayor interés por aprender, por dar lo mejor de sí y asistir a la escuela.
Sin embargo, algunos juicios que los adultos hacen respecto a ciertas acciones de los menores les frena y atemoriza para enfrentar nuevos retos y aprendizajes. Por eso, no se debe juzgar a los estudiantes, sino más bien a la acción determinada, aconseja Jadue.
“Para lograr el éxito escolar es imprescindible generar un clima familiar afectivo, cálido, con amor y la comprensión. También hay que saber reconocer que si surgen conflictos o se presentan otros indicadores en el rendimiento escolar, es necesario acudir a profesionales, quienes pueden orientar mejor y realizar las acciones indicadas”, finaliza la psicóloga. •
Recursos necesarios para un aprendizaje efectivo
Contar con espacios adecuados para hacer los deberes. Sin mucho ruido, con buena iluminación, sin elementos distractivos como la televisión.
Disponibilidad de material de consulta como libros, cuentos, revistas, periódicos, donde los estudiantes cuenten con información cuando la necesiten.
El uso del internet es importante en el proceso de aprendizaje. Los estudiantes deben aprender a buscar y seleccionar los datos con una adecuada supervisión.
Para las familias que no cuentan con este recurso en casa, existen espacios públicos como las bibliotecas.
Desarrollar actividades extraescolares recreativas o culturales ayuda a ampliar los conocimientos y a relacionarse con personas fuera del entorno escolar.
Tener modelos positivos dentro de la familia (padres, abuelos, hermanos, tíos u otros) influye para el éxito académico y el alcance de metas.
Que los padres tengan el hábito de la lectura es muy significativo para el estudiante. Seguramente esto se volverá un hábito para los menores de la casa.
Las reglas establecidas y las rutinas al interior de una familia también son determinantes para el éxito escolar.
Las cabezas de hogar deben tener un adecuado uso del poder: saber escuchar a todos los miembros en el momento de estructurar las reglas claras.
Por ejemplo: respetar las horas y espacios dedicados a las tareas; la hora de dormir; respetar los espacios y horas de comer; mantener en orden la ropa o los útiles.
Una comunicación fluida en la familia ayuda a una adecuada expresión verbal y al éxito escolar. Esto favorece en todos los espacios y tiempos de los estudiantes.
Etiquetas:
NOTAS DE INTERES
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario