Con una sorpresa inmensa, vemos que los establecimientos educativos en el vasto territorio autónomo del Acre brasileño —donde la educación fiscal gratuita es de primerísimo nivel— son espacios de una intervención permanente de representantes comunitarios, autoridades locales e instituciones estatales que se confunden con los planteles docentes en una lucha compartida contra el consumo adolescente de drogas, que es la urgencia del momento en esta parte de la Amazonia.
Las escuelas y colegios en los 22 municipios que componen el Estado do Acre no son islas olvidades en medio de la indiferencia; al contrario, son un centro activo de intervenciones institucionales, todos los días, reforzando las currículas educativas en el aprendizaje de los niños y adolescentes con materias de radical prevención contra las drogas, estímulo al respeto de los derechos humanos, respeto a la vida, al medio ambiente, a la familia, a sí mismos.
La Secretaría de Estado de Justicia y Derechos Humanos (Sejudh) es una más entre el decenal de entidades estaduales que tienen en las escuelas del Acre uno de sus principales campos de acción. Un equipo de promotores de los Derechos Humanos, de la unidad a cargo de Ruscelino Araujo Barbosa, se desplegó en las últimas horas desde Rio Branco al municipio vecino de Bujari, a 30 kilómetros sobre la estrada, para iniciar unas jornadas de reflexión compartida con los estudiantes en el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas celebrado el pasado 26 de junio.
Maria da Luz França Maia y Pedro Alexandre de Souza Faría son dos expertos de la unidad promotora de Derechos Humanos, materia en la cual la Sejudh incluye la prevención del uso indebido de drogas.
“Para nosotros es fundamental que la población de niños y jóvenes dentro el sistema educativo entienda que el consumo de drogas es básicamente un atentado contra sus derechos humanos, pues la adicción a las drogas no solamente les destruye la salud sino su condición misma de seres humanos que se degrada a extremos muy trágicos en muchos casos que hemos conocido a lo largo de nuestro trabajo”, explica a Sol de Pando el experto Pedro Alexandre, Coordinador da Divisão ás Pessoas em Situação de Rua e Drogadição de la Sejudh.
En la gestión del pasado año 2015, la División a cargo de Pedro Alexandre llegó a cubrir más del 30% (nueve en total, los más próximos a Rio Branco) de los 22 municipios dispersos del Estado, inculcando el rechazo a las drogas en más de 2.000 personas entre adultos, jóvenes y niños de ambos sexos. “Esperamos este año igualar o superar ese récord”, se propone Pedro.
“Lo más importante que resulta del trabajo del Sejudh en las aulas escolares, es que aquellos jóvenes que ya están inmersos en las drogas no podrán ya influir entre sus demás compañeros para arrastrarlos al vicio, porque las charlas de María da Luz y de Pedro se convierten en un importante dique de contención”, comentaba Pastor Joaquim mientras nos conducía de retorno en el vehículo oficial de esta Secretaría estadual que nos acoge en el destierro.
Un Estado predicando Derechos Humanos en la escuelita de Bujari
Coordinando la acción estatal con la Directora del establecimiento. | Foto Sol de Pando
Coordinando la acción estatal con la Directora del establecimiento. | Foto Sol de Pando
Llegamos a primera hora del lunes a Bujari, uno de los municipios más rurales en la mesoregión del Valle del Acre (microregión Rio Branco). El municipio de Bujari abarca una superficie de 3.468 kilómetros cuadrados donde moran 8.751 habitantes. Su densidad demográfica es de 2,52 habitantes por kilómetro cuadrado.
Antes de presentarse ante las autoridades del Núcleo Estadual de Educação para operativizar la charla programada con debida antelación, los promotores del Sejudh se cruzan en su ingreso a la escuelita São Jão Batista con oficiales de la Policía Militar que acaban de exponer diapositivas sobre cómo se está frenando el ingreso de cocaína boliviana al territorio acreano del Brasil. Y también se saludan con un cantautor voluntario que ofrece recitales de canciones contra las drogas, la paz y el amor en las aulas y en las calles.
El aula que sirve de auditorio se llenó de chicas y chicos que cursan los primeros niveles del ciclo medio. Son como sesenta adolescentes y pre-adolescentes dispuestos a escuchar. La maestra del curso no deja de controlarlos mientras los alumnos entran bullangueros a la sala debidamente computarizada.
En la sociedad acreana prevalece la cultura el predicador. La gente del pueblo está acostumbrada a escuchar cualquier mensaje de vida que venga de quien muestre carisma y coherencia al hablar: nadie bosteza ni muestra desinterés ante las palabras de un buen predicador. Una gran ventaja para los promotores de derechos humanos y lucha contra las drogas. María da Luz y Pedro Alexandre lo saben y muestran una gran pericia en el arte de la predicación. Sus charlas son amenas y coloquiales, y van a lo concreto, da gusto escucharlos. Los chicos se conmueven al escucharlos, gozan las bromas pero a la vez se sensibilizan en el acto con visibles gestos que transforman sus rostros, pasando de la indeferencia natural del adolescente, a la procupación de quien se siente responsable de su propio futuro.
Maria da Luz França Maia es la primera en exponer su tema, en calidad de responsable de la Divisão de Promoção dos Dereitos Humanos de la Sejudh. Es una pedagoga con especialidades académicas en temas de interculturalidad. A través de ella habla el Estado do Acre y les dice a los niños por qué es importante conocer sus derechos humanos fundamentales como el derecho a la vida, a la salud, a la alimentación, a la educación, a la vivenda y a tener una familia estable.
La vocera estatal predica el respeto a los Derechos Humanos provocando acusiosos interrogantes entre su audiencia estudiantil. Y les dice que no solamente los poderosos y machistas violan los derechos humanos de los más débiles. Que una manera de violar los derechos humanos de uno mismo y de su entorno es involucrarse con las drogas. “Si ustedes caen en el consumo y la adicción a las drogas significará que sus familias sufrirán por ustedes y el espíritu de sus hogares será torturado por la pena, su salud mental se dañará irremediablemente, disminuirán sus posibilidades de terminar sus estudios, tendrán menos oportunidades de una fuente laboral, serán discriminados por el resto de la sociedad, y vivirán inseguros en las calles, con el riesgo siempre latente de morir en desgracia”, les dice María da Luz.
Luego es el turno del especialista en el tema, Pedro Alexandre. Este profesional en administración de empresas ha trocado su talento para el orden y la disciplina en un liderazgo innato. Su carisma y afabilidad al momento de transmitir sus sanas ideas lo asemejan al más convincente de esos predicadores —católicos y evangélicos— que abundan en cada esquina y comarca del vasto Acre.
Este buen funcionario del Estado do Acre resume sus arengas y discursos contra las drogas en una frase casi amenazante pero poderosamente persuasiva para su cautiva audiencia juvenil, ante la eventualida de que algunos de estos chicos o chicas caigan en las redes de la cocaína y la maconha, del crack y de la merla: “Después no digan que nadie les advirtió”.
Así le habla el Estado do Acre a la Sociedad Civil. Um bom Estado. Es indudablemente un Estado ciudadano.
Las arengas de Pedro Alexandre contra las drogas
Munido de unas cartillas elaboradas por los organismos federales de lucha contra las drogas, Pedro explica de manera muy concisa cuáles son las características de las principales sustancias prohibidas que están invadiendo los hogares y las escuelas del Acre. Hace que los ejemplos que usa para graficar su mensaje, cual parábolas, se asemejen a hechos coitidianos de su joven audiencia.
Según esos datos oficiales, el crack (pasta base de cocaína o cristal de cocaína adulterado) y la merla (cocaína mezclada con diversos ácidos y químicos), son los derivados asesinos de la cocaína que más consumen los jóvenes brasileños. Si bien los índices de este consumo fueron relativamente bajos hasta antes del 2005 (0,7% de la población en general), el uso de ambas sustancias subió en la última década debido al incremento del tráfico de cocaína desde Bolivia y Perú.
La exposición de Pedro Alexandre en la sesión matinal fue suave, a la medida de aquellos adolescentes y pre-adolescentes de entre 12 y 15 años que aún están blindados ante el asedio de lo que todavia le es lejano y desconocido.
Pero en la sesión de la tarde le tocó una audiencia de estudiantes del bachillerato, de edades que fluctúan entre los 16 y 17 años. “Ustedes ya son casi adultos” —les dijo el vocero estadual—. “No crean que si caen en las redes de las drogas por diversión, que el resto de su vida será divertido. No. Habrán construído ustedes su propio infierno en la tierra. No serán capaces de tener um hogar estable, ni una pareja ni hijos como Dios manda. A los varones la droga y el vicio del que serán presos les conducirá por los caminhos de la delincuencia, de la criminalidad y la cárcel, o a la muerte cruel incluso; y a las chicas le espera un futuro de prostitución y promiscuidad”.
Los chicos que escuchaban esse anuncio del apocalipses em sus vidas. Miraban a Pedro com los ojos aterrados, muchos de ellos comenzaban a deprimirse dajando caer sus cabezas sobre sus pupitres. “Los que más sufrirán no serán ustedes precisamente porque estarán perdidos em la nada, sino los que más sufrirán serán sus seres queridos, sus padres, sus hermanos…”. Y luego agregaba: “agradezcan que ustedes tienen esta oportunidade de recibir la orientación que les estamos dando, y que es una oportunidade que sus mayores no han tenido”. Según Pedro, muchos padres de estos chicos son consumidores de alguna droga fuerte. Cuando ellos fueron adolescentes no hubo Estado que les venga a decir lo que ahora escuchan sus hijos.
Al final de su prédica, Pedro cambia el tono de su ríspido y penetrante discurso, y con una habilidad única para la dinamica de grupos, anima a los chicos a alzar victoriosos las dos manos porque la maldita cocaína y sus malvados derivados serán pronto derrotados en estas benditas tierras del Acre.
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