14.6.15

Mercaderes de recreos envician y enferman a escolares qhochalas

En los últimos dos meses se decomisaron 2 mil golosinas en kioscos de unidades educativas. La cifra de menores atendidos con alteraciones gastrointestinales también ascendió en comparación a la gestión pasada

“La doñita del kiosco de la escuela acostumbraba vender sus sándwiches por porciones”, cuenta Valentina B., de seis años de edad. El entero costaba a dos bolivianos, la mitad a un boliviano y la cuarta parte a 0.50 centavos. Si mientras recibía dinero y devolvía cambio por las golosinas o por los mismos sándwiches que le compraban, algún escolar le pedía solo una porción, ella partía el alimento con monedas en las manos.

Tras degustar una de esas porciones, Valentina se llevó el peor disgusto de su vida. Su intestino estuvo a punto de perforarse, luego de que el cuadro de fiebre tifoidea que agarró se complicara, contó su madre.

Entre enero y abril de esta gestión, al menos 45 menores en edad escolar llegaron a emergencia pediátrica del hospital del niño Manuel Ascencio Villarroel con alguna alteración gastrointestinal.

Es decir, en lo que va de 2015, se reportó un caso de alteración gastrointestinal cada tres días. El 2014 solo se reportaron 96 casos, según reportes del Sistema de Información Clínico Estadístico del hopital del niño.

La enfermedad más recurrente es la infección diarreica aguda (26 casos), seguida de la intoxicación alimentaria bacteriana (10 casos). Las toxiinfecciones restantes son la fiebre tifoidea, la salmonelosis, la hepatitis A y la amebiasis. Todas derivan del consumo de alimentos contaminados.

EL DRAMA La madre de Valentina reconoce que fue una irresponsabilidad suya dejar que su hija se comprara comida del kiosco escolar, sin embargo “no había de otra. Era eso o que mi hija no desayune”.

Recordó aquel día. Faltaban 15 minutos para las ocho de la mañana, horario en el que ingresa a clases Valentina B., y ella seguía acostada. Calculando lo que le demoraría en asearse, vestirse, peinarse e ir a la escuela, de lejos estaba sobre la hora, así que su mamá obvió darle su desayuno.

Mientras llevaba a la escuela a su hija, la madre se preocupó porque Valentina había salido de casa sin probar un bocado, así que le dio dinero para que se comprara algo en el recreo, al margen de su desayuno escolar. “No te vas a comprar dulces, vas a comer algo que te llene”, eso fue lo que su madre le recomendó, a tiempo de darle dos bolivianos.

La madre le restó importancia a lo que su hija había consumido hasta que unos días después, cuando Valentina despertó “no quería desayunar, estaba pálida y solo decía que le dolía el estómago”.

Por factores de tiempo y dinero, justifica la madre, no pudo llevarla de inmediato a un hopital.

Recién, a poco más de una semana, le realizaron los respectivos análisis a Valentina y el médico concluyó que la niña tenía fiebre tifoidea.

Su situación era delicada, cuenta la madre, pues el haber prolongado tanto la enfermedad hizo que su intestino estuviera a punto de perforarse.

“¿Qué le había hecho mal? Uno de esos sándwiches que vende la portera. Cómo por comer algo de un boliviano, hemos tenido que gastar tanta plata en hacerla curar a mi hija”, se lamentó la madre.

A pesar de que la niña, por su corta edad, no supo describir exactamente qué ingredientes tenía el sándwich, lo que llamó la atención de la madre y el médico era que la niña comió un sándwich fragmentado.

La madre explicó que “si es que la lechuga que tenía su sándwich de apanado de carne no era la culpable de su enfermedad, la culpable era la portera por agarrar tan antihigiénicamente el alimento”.

La madre denunció el hecho ante la dirección y la junta escolar, sin embargo, como no hubo más niños enfermos, dudaron que los sándwiches de la portera hayan hecho daño a Valentina.

OPERATIVOS Para evitar que los escolares contraigan alguna de esas enfermedades, la Intendencia realizó, en los últimos dos meses, al menos 30 operativos en diferentes unidades educativas fiscales, de convenio y particulares de Cercado.

Los resultados de los operativos, según la Intendencia Municipal, son alarmantes. Decomisaron 2 mil golosinas, 100 kilogramos de carne en descomposición y más de 30 tarros de aderezos adulterados.

Entre la golosinas decomisadas había varios alimentos empaquetados, muchos de ellos caducados y otros con la fecha de vencimiento remarcada.

La Intendencia también halló en los kioscos escolares que están al interior de las unidades educativas productos chinos sin registro sanitario. La procedencia de estas golosinas impide verificar el tipo de componentes que tienen y la fecha de caducidad.

Entre lo decomisado también había ingredientes descompuestos o alterados que las porteras usan para preparar sándwichs, piques, salchipapas y otras comidas de mediamañana.

ALERTA Esta situación, desde el punto de vista de los profesionales en salud del Instituto Gastroenterológico Boliviano Japonés es preocupante porque, el asunto no es verificar si la comida que venden en las escuelas está o no contaminada, sino verificar que no se la venda.


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