El trabajo en la cocina comienza desde las cinco de la mañana y no se detiene hasta las cuatro de la tarde. Las principales tareas son el picado de arrobas de verdura y el pelado de cargas de papa para cocinar el almuerzo de 700 estudiantes del colegio técnico humanístico especializado en música, Franklin Anaya, de Quillacollo.
El menú de hoy (por el lunes) es arroz graneado con arveja y zanahoria picadas en pequeños dados (primavera) acompañado con ensalada de pepino y asado rebosado de hígado. La comida es acompañada de un vaso de refresco de canela.
La Alcaldía de Quillacollo es el único municipio del eje de conurbación que ofrece almuerzo a cerca de 2.100 escolares de las dos unidades educativas fiscales que otorga el bachillerato técnico y humanístico, el Franklin Anaya y el Colegio Nacional Calama. La inversión presupuestada por esta gestión educativa es de 2.8 millones de bolivianos.
LA COCINA El equipo de cinco chefs a la cabeza de Romel Villalpando se organiza para granear 59 kilos de arroz y fritar 65 kilos de hígado, además de picar y pelar las verduras. Las ollas, peroles y utensilios en la cocina son gigantes, como para abastecer a una tropa. Lo último en cocinarse es el asado, Ronald Blanco es el encargado de fritar, de diez en diez, las piezas.
A las once, la comida está lista. Los platos hondos de plástico están apilados en el mesón, las cucharas están acomodadas y los vasos llenos están colocados en filas.
Los estudiantes salen de sus cursos y se alinean en la ventanilla de la cocina para recibir su merienda. Antes, se lavaron las manos bajo la sigilosa mirada de sus profesores. Uno a uno recogen su ración y se dirigen a las aulas habilitadas como comedor.
En la cocina, los chefs parecen malabaristas por la agilidad en que pasan los platos, uno sirve el arroz, otra la ensalada, otra coloca la carne y Villalpando entrega el almuezo. Todos están rigurosamente uniformados, usan barbijo y, los que sirven, portan guantes.
No falta una voz de los últimos de la fila que pregunta a los primeros: “¿Qué es el almuerzo de hoy?”. Lo que pasa es que no a todos les gusta hígado.
Alan Quiñones está en la promoción y saborea con gusto la comida. Vive en Vinto y cuenta que antes de que haya el almuerzo escolar había días que no comía nada hasta regresar a su casa, muchas veces en la noche. Su amigo, Mauricio Zambrana Tapia, confiesa que comía al mediodía solo cuando le costeaban.
El padre de familia Egberto Chura dice que hasta el año pasado los estudiantes "pasaban hambre" hasta llegar a sus casas, algunos llevaban su merienda y a muchos les traían su comida al mediodía. "Se veía a muchas mamás con sus ollitas con comida para sus hijos".
Termina la hora del almuerzo y es tiempo de lavar los platos, lo hacen en bañadores instalados cerca al comedor. En la cocina la tarea sigue, pican carne para mañana porque será un menú especial.
Datos
Artistas
El director de la unidad educativa Franklin Anaya, Federico Mendoza, explica que desde el 2014 los estudiantes reciben el diploma de bachiller técnico humanístico. Los artistas se forman en cuatro especialidades: instrumentos de cuerda, de viento, canto y violín.
Los alumnos de primero de primaria hasta sexto de secundaria pasan clases de las materias regulares de 07.45 a 12.35 y de música, de 13.00 a 16.00 horas.
Maestros
La unidad educativa cuenta con 11 profesores con especialidad en música con ítemes del Ministerio de Educación. El número es insuficiente y se han incorporado a 20 maestros, cuyos salarios son cubiertos con los aportes de los papás, quienes pagan mensualmente la suma de 30 bolivianos.
Cada mes, cumplen una carga curricular en el ámbito humanístico de 132 horas y en el ámbito artístico de 72.
Organización
Padres de familia se han organizado a través de la junta escolar para colaborar con el almuerzo escolar. Tienen la tarea de lavar los platos y utensilios, después de la comida. Lo hacen por turnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario