19.8.14
Colegio alteño Luis Espinal enseña áreas técnicas desde hace 31 años
Desde hace 31 años, el colegio de convenio Luis Espinal Camps, de El Alto, enseña a sus alumnos de secundaria ramas técnicas, por lo que sus bachilleres son además técnicos medios. Esta unidad ha aplicado el nuevo modelo educativo desde entonces. Las clases en las ramas técnicas se realizan por las tardes, tres días a la semana. Los estudiantes deben escoger entre Agropecuaria, Carpintería, Corte y confección, Electricidad y Mecánica.
El director de primaria, Hugo Ramos, explicó que la unidad educativa fue creada en 1983, cuando la zona estaba despoblada. La gente del barrio era de escasos recursos y criaba animales, por eso nació la idea de apoyar a los alumnos en agropecuaria, que fue la primera rama técnica que se introdujo en el currículo.
Orígenes. La directora general del establecimiento, hermana Teresa Flores, indicó que el colegio fue equipado gracias al apoyo del padre Sebastián Obermaier y a las Hermanas de la Caridad. “Existía el plan de apoyar a las familias que pedían educación para sus hijos y este proyecto no se conformó con solo darles clases, sino que había que aprovechar el entorno físico, el contexto social y económico”, manifestó.
Está ubicado en la zona Collpani del Distrito 3. Es de propiedad de la Iglesia Católica, pero funciona con un convenio con el Estado, que proporciona los ítems. Los estudiantes no pagan pensiones, según dijeron los profesores.
Agropecuaria fue la primera rama técnica del colegio y fue impartida desde su creación. Entonces era materia obligatoria, aunque los alumnos podían elegir también otra. “El colegio nació con Agropecuaria y se sumó Electricidad, Corte y confección, Dactilografía y Mecánica”.
Para la instrucción en cada área técnica, el centro educativo cuenta con la infraestructura necesaria. Agropecuaria, por ejemplo, tiene 12 carpas solares, dos terrenos, uno en Quentavi y otro en Puchukollo para la práctica de siembra y la cría de animales.
En un inicio, los toldos eran cuatro y producían claveles que eran puestos a la venta para hacer sostenible el proyecto. En la actualidad, los alumnos aprenden además la siembra de repollo, apio, lechuga y cebolla. La escuela provee los materiales. “Todos los productos relacionados con el área están hechos para la investigación y para la venta. Ésa es la forma en que se sostiene este proyecto”, afirmó el director de secundaria, Víctor Tambo.
La profesora de Agronomía, Lucy Quispe, precisó que a los estudiantes se les enseña el aparato digestivo de las aves, conocimiento de suelos, botánica, climatología, horticultura, cultivos en campo abierto, en campos protegidos y permacultura.
En animales menores, se aplica la crianza de cuyes y se practica con siete llamas y 17 ovejas sobre crianza y racionamiento de animales. También se aprende sobre temperaturas, hábitat, trasplante de especies forestales, cuidado de árboles, sobre todo ornamentales, forestación de viveros, entre otros.
El docente Zenobio Choque detalló que las carpas sirven para la práctica de los estudiantes, pero también para la producción de verduras y su posterior venta. Además, el colegio tiene un toldo para la crianza de lombrices californianas para obtener humus y abonar los productos que se cosechan en las 12 carpas.
Toda la producción es administrada por las hermanas, que venden los productos y derivados. Mientras que en las demás áreas técnicas los alumnos son los que consiguen el material, pero utilizan los equipos con los que cuenta el colegio Luis Espinal.
Monografía. La producción intelectual se la realiza en el último curso. Todos los estudiantes deben dar examen de grado y para ello tienen que sistematizar la experiencia en una monografía. “Ahí están incluidos sus diferentes proyectos, tienen que hacer una monografía del proceso de producción. En las diferentes especialidades técnicas van presentando su proyecto, su trabajo escrito y su defensa. Se invita a docentes de la universidad y de las normales técnicas como jurados”, comentó Ramos.
Desde hace cuatro años, los estudiantes pueden elegir una de las cuatro ramas o cursar todas en años diferentes. “Antes era obligatorio Agropecuaria y otra materia adicional, pero ahora se ha dado la opción de que escojan”, manifestó Tambo. Este colegio en un principio estaba alejado, sin acceso vehicular ni luz ni agua. Ahora cuenta con todos los servicios y es el único que brinda formación técnica, como pregona la Ley Avelino Siñani.
Sus estudiantes se benefician igual con un plan de padrinos de España, que envía dinero para ayudar al establecimiento. Un grupo de 200 estudiantes de escasos recursos económicos tiene acceso al comedor de 13.00 a 15.00.
‘Es una buena experiencia’
Eugenio Santos es el portero de la institución. Él considera que la tarea de los docentes ha ayudado a los alumnos a conseguir trabajo, mejorar sus ingresos y a colaborar a sus familias. Ha visto a muchos jóvenes y señoritas emprender proyectos fuera del colegio y alguna vez le contaron sobre éstos. La instrucción impartida le convenció y decidió que sus hijos estudien en esta unidad educativa. Ahora, ellos se dedican a especializarse.
‘Haré mi vestido de novia’
A Mélany Alanoca le apasiona la materia de Corte y confección. Ella relata que es la que más le atrajo entre las demás ramas técnicas. “Hasta el momento he logrado hacer una polera, ropa de bebé y ahora estoy confeccionando mi buzo deportivo. Saliendo del colegio quiero seguir aprendiendo sobre esto y tengo muchas metas y sueños con mi mamá, mi hermana y sola. Por ejemplo, quiero crear mi vestido de bodas y la ropa de mi bebé”.
‘Vienen de las normales’
Zenobio Choque es docente de Agropecuaria y aseguró que los estudiantes de universidades y normales llegan a este colegio para hacer su prácticas. “Esto es bueno porque quiere decir que nuestra unidad educativa está en un buen nivel, como para recibir a los practicantes. Ellos, además de hacer algunas pruebas, también ayudan a orientar a los alumnos que están en el área. Es una experiencia que se enriquece por las experiencias y saberes” .
‘El resultado satisface’
Guillermo Ticonipa, docente de Carpintería, dijo que “tras salir del colegio, muchos alumnos abrieron sus microempresas. Por ejemplo, en el área de mecánica tienen sus talleres, hacen ventanas y puertas. Hay buen elemento que se formó y los resultados han sido satisfactorios. Intentamos hacer una estadística, pero fue difícil. Donde podemos medir estos resultados es en los encuentros que hemos tenido con algunos de ellos”.
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