Mayda Quispe Céspedes ha aprendido a contar los números de diez en diez, hasta varias centenas y miles, y se muestra orgullosa por este logro. También es hábil para la suma, multiplicación, la división y la resta, las cuatro operaciones básicas de la matemática.
Esta niña de ocho años, junto con sus dos hermanos, asiste a la escuela René Barrientos Ortuño que está emplazada en la cuenca de Misicuni aproximadamente a 3.700 metros sobre el nivel del mar, en las alturas del Tunari.
Pese a que el frío arrecia por la mañana en la cordillera, Mayda se aventura a salir al patio (una cancha de fútbol de su escuela) para corretear con sus compañeros aprovechando la hora del recreo.
Minutos después, y al llamado del profesor, regresa al aula, una construcción de adobe de aproximadamente nueve metros de largo por cuatro de ancho.
El profesor Santiago Mamani Condori ha ubicado estratégicamente los diferentes rincones de estudio, aprovechando hasta el más mínimo espacio en el aula: el rincón de Lenguaje, el de Matemática y el de Ciencias Naturales.
OPINIÓN visitó esta unidad educativa el pasado fin de semana. Los gritos de alborozo “estallan” espontáneamente en los niños al verse retratados por una cámara fotográfica. Desde el más pequeño hasta el más grande de los alumnos se disputa un lugar para posar delante de la cámara.
La hora del recreo ha concluido y los niños deben volver al aula. El profesor les recuerda que ya han aprendido a contar los números de diez en diez y empieza a evaluar.
"Si juntamos el nueve con el cero ¿cuánto se hace?", inquiere el profesor a sus alumnos de tercero básico. El coro de niños no se deja esperar. Noventa es la respuesta.
Los estudiantes responden con precisión todas las preguntas del maestro y piden repetir una vez más el ejercicio.
En otra sala, en la que estudian los niños de primero y segundo básico, además de inicial, la maestra Rosmery Patiño ensaya una canción en quechua.
De pie y con las manos arriba, abajo, a la izquierda y a la derecha, los niños y niñas entonan esta canción: "Pataman, pataman; uraman, uraman; lluq’eman, lluq’eman; pañaman, pañaman”. En castellano significa arriba, arriba; abajo, abajo; izquierda, izquierda, derecha, derecha.
Hay unos 22 estudiantes por aula en la unidad educativa
La escuela René Barrientos Ortuño de Misicuni alberga en sus cuatro aulas a 88 niños que aprenden los rudimentos de las ciencias desde primero hasta octavo básico.
Santiago Mamani Condori, uno de los cuatro profesores que trabaja en esta unidad educativa explica que los niños llegan de comunidades lejanas y dispersas entre sí.
La infraestructura de esta unidad educativa se encuentra en el área que se inundará una vez que la represa de Misicuni esté concluida y empiece a llenarse con agua de los ríos de la zona.
Los niños y el plantel docente se tendrán que trasladar a un par de kilómetros de donde actualmente se encuentra.
“Los niños tienen mucho interés en aprender, por eso vienen caminando desde comunidades que se encuentran a 30 kilómetros de la escuela”, afirma.
Al menos media docena de estos niños tenía que caminar esta distancia de las comunidades de Llusta y Patapampa, cada día, pero ahora gracias al bus habilitado por el Consorcio Hidroeléctrico Misicuni, la caminata se ha disminuido a 10 kilómetros.
Los niños llegan a la escuela pese a las grandes distancias y al frío de la zona, destaca el profesor.
AUSENTISMO Los niveles de ausentismo se elevan cuando el frío aumenta en las comunidades de las alturas. Muchos de los estudiantes enferman, especialmente en invierno, con resfríos y otras afecciones pulmonares.
El ausentismo en las épocas más elevadas llega hasta el 50 por ciento.
Escuelas en el área rural usan el sistema multigrado
Las siete unidades educativas del área de Misicuni utilizan el sistema multigrado, es decir que un profesor pasa con dos niveles o más.
La profesora Rosmery Patiño explica que estas escuelas han adoptado el sistema multigrado porque no existe el número suficiente de profesores, ni de alumnos, además que tienen pocas aulas.
En el sector de Misicuni hay en total siete unidades educativas y el promedio de alumnos es de 50, pero algunas escuelas tienen más de 80.
Los niños que concluyen el ciclo primario deben ir a escuelas de Quillacollo (Marquina y Bella Vista), otros a El Paso, pero muchos optan por quedarse en el campo, porque sus padres no tienen los recursos económicos para costear sus estudios.
NECESIDADES El profesor Santiago Mamani Condori comenta que si bien están equipados medianamente, les hace falta material didáctico y mobiliario.
Los profesores rurales se quedan durante toda la semana en la zona y salen a la ciudad los fines de semana.
Cuando no había la posibilidad de salir, por falta de vehículos, los profesores se quedaban incluso por meses.
Los caminos eran malos y los maestros tenían un sueldo muy bajo, no tenían transporte, ni la posibilidad de ir a la ciudad.
Los maestros del área rural son polivalentes y con vocación
El trabajo de los maestros rurales se realiza en condiciones menos favorables que los del área urbana.
En el área rural dispersa las zonas agrícolas están alejadas de los centros poblados y no cuentan con caminos de vinculación.
La educación se realiza en la escuela, el maestro rural no cuenta con el apoyo del contexto cultural que puede ofrecer la ciudad y los medios de comunicación.
Parte de la tarea en el área urbana se realiza en el hogar, pero en el área rural todo el trabajo se hace en la escuela.
El maestro rural además debe atender varios cursos con el sistema multigrado. Por ejemplo, un maestro enseña a los niveles inicial, primero y segundo básico.
El profesor es polivalente, debe impartir varias materias, porque no puede haber un profesor para cada asignatura. Por afinidad tienen que juntarse las asignaturas y uno o dos profesores dan todo el programa.
En mi criterio, el sistema multigrado es ventajoso porque el niño consolida sus conocimientos, ya que el mismo profesor está atendiendo a los alumnos de primer grado, segundo grado e incluso inicial.
Los niños de primer grado escuchan lo que enseña el profesor a los de segundo grado, y los de segundo grado recuerdan lo que el maestro les enseña los del primer nivel.
Pero eso significa un mayor esfuerzo, una mayor cantidad de trabajo para el maestro.
Hay escuelas que no cuentan con medios de comunicación y maestros que tienen que caminar durante dos, tres o más horas porque no hay movilidades hasta su trabajo.
Lo positivo es que existe mayor apoyo para equipar a los establecimientos educativos por parte de los municipios. Podemos decir que ahora sí hay pupitres en las escuelas del área rural. Antes los niños se sentaban sobre adobes. Incluso tienen computadoras donde hay energía eléctrica y las aulas están mejor diseñadas.
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