Con la ayuda de sus compañeros José Luis Pozo logra llegar al inicio de las escaleras de la Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) para subir más de 60 gradas que lo llevarán hasta su aula.
Esa es su rutina casi diaria a partir de las 17:30 horas desde hace dos meses que ingresó a la Casa Superior de Estudios donde buscará el título de abogado para defender los derechos de las personas con discapacidad. José Luis, que perdió la vista a los 24 años tras un accidente de motocicleta es esposo y padre de tres hijos.
Han pasado 22 años después del accidente que según José Luis le ha transformado la vida, pero no le ha quitado las ganas de seguir superándose y estudiando.
Antes de perder la vista, José Luis estudiaba Ingeniería de Sistemas. Tras el accidente fue operado en distintas oportunidades para recuperar la visión, pero los médicos no lo lograron.
Durante un tiempo se dedicó a estudiar teología y pasar clases de inglés. Ahora dirige el centro para personas ciegas Manuela Gandarillas durante gran parte del día, motivo por el que decidió tomar las clases en horarios nocturnos.
En la UMSS es uno más de la cuarentena de alumnos que cursa el primer año y que oscilan entre los 17 y 30 años de edad. Las diferencias en su desempeño y en clases casi no se sienten por lo que se siente incluido. Sin embargo asegura que en algunas ocasiones requiere de ayuda de otros estudiantes.
El primer día de clases se presentó a todos sus maestros y compañeros para pedir que lo puedan colaborar en las clases, además pidió permiso para grabar las clases de los docentes en una reportera digital.
A diferencia de sus compañeros, José Luis no puede tomar apuntes en clases, porque el papel del sistema Braille es muy costoso para hacerlo.
Una de sus alternativas es el uso de una grabadora digital en la que guarda los audios de las clases de los docentes para luego volverlos a escuchar y estudiar para los examenes.
“Aprovecho al máximo mi tiempo y voy escuchando las grabaciones en el trufi o mientras camino”.
Otra de sus herramientas es una computadora que tiene un programa que reproduce en audio todo lo que va escribiendo.
Según José Luis, lo que más le ha costado superar hasta ahora son las barreras actitudinales de algunos docentes y estudiantes de la facultad.
Asegura que en algunos hay apertura y ofrecen colaboración, pero otros simplemente no lo toman muy en cuenta para el avance de materia.
“Algunos de mis compañeros y hasta docentes están en muchas ocasiones totalmente distraídos con el celular y creo que están perdidos en un aparato tecnológico, mientras que hay otras personas que buscamos comunicarnos personalmente”.
Uno de sus compañeros asegura que a pese a su ceguera, José Luis es una de las personas más activas del curso y siempre participa en clases.
“No necesita mucha ayuda, es muy independiente, pero cuando nos pide algo o vemos que lo necesita estamos ahí para colaborarlo”, indica uno de los estudiantes de su curso.
TRANSPORTE
Uno de los mayores problemas para José Luis es transportarse hasta sus clases.
Por la tarde, uno de sus familiares lo acompaña a tomar el trufi que lo lleva hasta la calle 16 de julio y Sucre de allí debe caminar dos cuadras para llegar a su facultad, pero en las noches sale a las 9:30 y a veces 9:45 por lo que debe pedir ayuda para llegar hasta la calle donde tomará el transporte público.
Reconoce que algunos días ha tenido problemas para hacerlo, pese a que utiliza un bastón para poder guiarse, pero hasta la fecha no ha sufrido ningún accidente.
Ayuda tecnológica
Los programas y aplicaciones que se han desarrollado para personas no videntes, me han ayudado mucho para poder estudiar. Ahora puedo traducir casi todos los textos y convertirlos en audios.
José Luis Pozo
Universitario
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