Estudio: Esta discriminación que ejercen estudiantes sobre sus pares provoca falta de autoestima y repercute en el rendimiento escolar.
Los estudiantes obesos, poco agraciados, los catalogados como corchos o flojos, los que tienen manchas en la cara o algún defecto físico y los mal vestidos son los que mayor violencia sicológica sufren en establecimientos de la ciudad de El Alto. Esto acrecienta la falta de autoestima y repercute negativamente en su rendimiento escolar.
Así lo demuestra un estudio levantado por el Centro Boliviano de Investigación y Acción Educativas (Cebiae) y denominado A malas lenguas, oídos sordos.
El técnico Fernando Taboada explicó que la investigación apuntó a identificar las causas que generan violencia sicológica y cómo ésta es valorada por los estudiantes de nivel secundario en distintas unidades educativas de la urbe alteña. También se pretendió establecer qué efectos se presentan cuando existe daño a la integridad emocional en las víctimas de este tipo de violencia escolar.
Para la averiguación, practicada en diciembre del año pasado, fueron tomados en cuenta 120 estudiantes de entre 14 y 22 años que formaban parte de los establecimientos 6 de Junio, Alto de la Alianza, Calama, Juan José Torres, Néstor Paz Zamora y República de Cuba, en el Distrito 3, mientras que en el Distrito 2, el Eduardo Avaroa, Horizontes, Puerto de Rosario y Villa El Carmen.
En la interpretación de los resultados se verificó, de acuerdo con Taboada, que la violencia sicológica percibida por los alumnos de El Alto que fueron objeto de estudio implica un comportamiento coercitivo que tiene la intención de dominar o ejercer control sobre la otra persona, sea entre pares, entre grupos de estudiantes o, incluso, en otro nivel de jerarquía, en el que son parte maestros y alumnos.
Taboada, sicólogo de profesión, agregó que el fenómeno de la violencia trasciende de una conducta individual a un proceso interpersonal porque afecta al menos a dos protagonistas, es decir, al que la ejerce y al que la padece. Aunque, según la analista Karen Flores, consultada en la investigación, también se puede establecer la participación de un tercer actor que en muchos casos es quien contempla la violencia sin participar.
En la investigación del Cebiae se reflejaron las burlas y los chistes que suelen hacerse a los estudiantes más estudiosos e igualmente a los que son conocidos como flojos. Mientras que los alumnos, sean varones o mujeres, que muestran cierta gordura o que tienen problemas de sobrepeso son otro de los grupos “preferidos” para estas agresiones sicológicas.
Según el análisis de Taboada, esto último surge a raíz de que los cambios corporales experimentados en la adolescencia provocan en muchos de los jóvenes una reacción de disconformidad con su propio cuerpo. Por ello, los estudiantes gordos u obesos suelen ser apodados con términos como “Porky”, “Pepona”, “Ñoño”, “Hulk”, “panzón”, “bombo” o “vaca”.
Los “feos” son también blanco de insultos en las unidades educativas, y reciben apodos como chuño o cara de llama. Igual son objeto de burla los que tienen algún tipo de mancha en la piel o un defecto físico. Incluso los “mal vestidos” entran en este grupo porque proyectan en el imaginario que son “cochinos” y de “fea apariencia”.
De acuerdo con la percepción de los muchachos entrevistados para este informe, existen igualmente manifestaciones de envidia porque algún compañero o compañera es más estudioso o más simpático, a ellos les recae el apodo de “corcho”, “ñoña” o “agua bella”, agresiones que se han vuelto comunes entre estudiantes.
El otro lado de la moneda son los que tienen bajo rendimiento académico y son indisciplinados, los que son tildados de flojos, a ellos se les llama “panchos”.
El nivel de aprendizaje marca la diferencias entre los estudiantes. Los “corchos” y los “panchos” son excluidos de ciertas actividades grupales. Por supuesto, el “flojo” es el último en ser propuesto o invitado a alguna actividad académica grupal.
Según el estudio, la violencia sicológica también se manifiesta cuando se discrimina a alguien de clase social diferente, creándose prejuicios de inferioridad.
El sicólogo Taboada aseguró que en los estudiantes la violencia sicológica se manifiesta con amenazas, discriminación, gritos, indiferencia, burlas, chismes o críticas. “Más antes era gordita, en mi casa me subían la autoestima y en el colegio me la bajaban”, comentó una alumna del colegio Puerto del Rosario.
Los sobrenombres son efectivos para ejercer violencia, los apodos son comunes dentro y fuera de la escuela, señala el estudio. Generalmente surgen aprovechando los defectos o circunstancias supuestamente ridículas de una persona.
La investigación identificó también algunos sobrenombres que connotan cariño entre los estudiantes, como “microbio”, “pichón” o “polla”. Sin embargo, detectó más apodos ofensivos o insultos, que duelen y marcan la autoestima. Este dolor, señaló Taboada, en algunos casos puede convertirse en crónico.
Los apodos de animales discriminan
Los apodos de animales son usados para discriminar, de acuerdo con el técnico del Centro Boliviano de Investigación y Acción Educativas (Cebiae), Fernando Taborga. Los adolescentes tienden a buscar similitudes animales entre los compañeros de curso; por ejemplo, pajarito, lobo, pato, oso, rana, conejo, caballo, toro, mono o gata. Sin embargo, hay otros que se utilizan para insultar, como sapo, gusano, buitre, chancho, llama, vaca, buey, burra, zorra o perro.
La estatura es otro elemento que se toma en cuenta para ejercer violencia sicológica en las escuelas. Por ello surgen apodos como pitufo, chato, enana…, pero no sucede lo mismo para las personas de estatura elevada. El estudio también verificó otro tipo de insultos tendentes a discriminar, como cara de llama, cara de adobe, cholo, yuqalla, abuela, viejo, nerd; este último, de los más usados para referirse a los que sobresalen en términos académicos. Entre los efectos que este trato produce están la pasividad excesiva y la falta de apetito.
Para destacar
El origen de la violencia sicológica está relacionado con la falta de control de las emociones, impulsividad y baja autoestima.
La violencia está vista como algo normal entre los estudiantes, también los apodos comunes, insultar o burlarse de otros.
En la interacción entre estudiantes, ser agresor o agredido es relativo, ya que son el uno o el otro en diferentes momentos.
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