“Hay que orientar a los papás, ese es el primer paso para un maestro de educación inicial y más en un sistema virtual. Si no, los pequeños que empiezan el colegio pueden tener dificultades en lo posterior”, afirmó Mónica Arce Ramos, maestra de educación inicial. Así destacó el importante rol de los padres de familia en el proceso de enseñanza de los niños y niñas de cuatro y cinco años, que deben cursar el prekínder y kínder, o preinicial e inicial.
El papel de los padres de familia nuevamente será crucial este año debido a las medidas sanitarias por la pandemia. El ministro de Educación, Adrián Quelca, el pasado viernes 8 de enero informó que las clases se desarrollarán en modo virtual mientras haya riesgo de contagio de Covid-19. Por ello descartó las modalidades presencial y semipresencial. Esto significa que los pequeños nuevamente pasarán clases en sus casas.
“La educación inicial es un trabajo conjunto, en familia, es un trabajo en el cual el Estado, los municipios y todos los profesionales debemos poner nuestra voluntad. Ese pequeño hoy en día está pidiendo a gritos atención”, afirmó Arce y recalcó que no deben olvidarse las medidas de bioseguridad, como el lavado de manos, el distanciamiento social y el uso de barbijos.
Ella es docente de la Escuela Superior de Formación de Maestros Tecnológico Humanístico de El Alto desde hace dos años. Antes trabajó como maestra de kínder y prekínder por más de 12 gestiones. En ese lapso vio que muchas veces se descuidaba la orientación a los padres. “Una maestra tiene 30 niños, son 30 mundos, son 30 vidas, son 30 situaciones, son 30 hogares que son distintos, heterogéneos y diversos. Es ahí donde hay que trabajar con las familias primero”.
La maestra Mónica Arce Ramos y fotos de sus graduados.
Foto: Gentileza Mónica Arce
Con la pandemia y la cuarentena rígida ahora los padres están más involucrados en la enseñanza de sus hijos. En el Jardín Infantil Ángela Maurer, de Sucre, por ejemplo, al comenzar la cuarentena rígida en marzo, las maestras aplicaron un cuestionario a los padres de familia. “En su mayoría los padres de familia tenían acceso a internet a través de celular. Unos pocos contaban con una computadora y un gran porcentaje accedían a internet a través de ‘datos móviles’”, contó la profesora Liliana Daza Maturano, que tiene una experiencia de 12 años en el nivel inicial: 10 en el área rural de Chuquisaca y dos en el área urbana.
La gestión pasada, ella tenía un curso de segunda sección de 36 niñas y niños. Cuando se decretó la suspensión de las clases, los padres pidieron que continuara. El 95% de sus estudiantes concluyeron satisfactoriamente el año.
Antes de comenzar con la modalidad virtual, los planteles docente y administrativo de su establecimiento acordaron utilizar Zoom y Google Meet. “Tres veces a la semana pasamos clases virtuales a través de la herramienta Zoom. Los otros días, las maestras elaboramos videos educativos y les hacíamos llegar a los padres de familia a través de WhatsApp”. Para las evaluaciones aplicaron los formularios Google.
Una dificultad para los padres fue conseguir el material que normalmente se usa en los cursos iniciales. Por ello, la profesora Liliana decidió reciclar y utilizar materiales que normalmente hay en los hogares, como botellas o cartones. Con ellos los chicos realizaron actividades motrices, como cortado, pegado o pintado.
Los niños estaban algo temerosos al principio. Pero, cada vez los alumnos se hicieron más independientes y a lo largo de 2020 adquirieron habilidades tecnológicas. “Había niños que, cuando dábamos las sesiones a través de Zoom, garabateaban porque ya estaban aprendiendo a utilizar. Les decía ‘desactiven los micrófonos’ y ellos ya lo hacían”, recordó.
Los niños de 4 y 5 años requieren actividades lúdicas.
Con los niños de primera sección o prekínder fue diferente. Ellos sólo habían pasado clases presenciales por un mes. Requerían más actividades lúdicas. Así, organizaron actividades con la colaboración de los padres de familia en todos los campos y áreas. Para educación física por ejemplo, se planificaban actividades motrices.
La educación de nivel inicial es diferente de la educación de primaria o secundaria. Por ello, pero también por la alta demanda de maestros, en la Escuela Superior de El Alto en esta gestión comenzará a funcionar la carrera de Educación Inicial en Familia Comunitaria. Justamente estos días están tomando las pruebas de aptitud a los postulantes, contó la docente Mónica Arce.
La denominación de “Educación inicial en familia comunitaria” surge porque el trabajo pedagógico está compartido con el núcleo familiar. Hay dos etapas en la educación inicial. Primero está la educación inicial en familia no escolarizada, que corresponde a niños de cero a tres años. La segunda etapa, que es escolarizada, corresponde al sistema regular y se hacen cargo las escuelas por dos años.
Las características de la educación inicial no son conocidas por las familias. Por ello es necesaria una orientación a los progenitores, mucho más en la coyuntura actual. Incluso es necesario que ellos pasen cursos previos, para tener nociones de los hábitos de alimentación, los descansos en ciertos horarios, la higiene del niño desde que se levanta hasta que se duerme, la prevención de riesgos y accidentes, las formas de expresión y comunicación en su lengua, las normas y hábitos culturales de la socialización, el control motriz y mucho más.
“Nuestros padres de familia deben saber cuál es el sentido de la educación inicial y qué es lo que se trabaja en el aula. Trabajamos distintas capacidades: las capacidades motrices, lingüísticas, cognitivas, artísticas, lúdicas, desde el dibujo, desde el juego, desde la parte socio-afectiva, desde la relación con el otro”, afirmó Arce.
“En educación inicial además trabajamos, la parte de autonomía personal, independencia para que el niño sea autónomo, reflexivo, crítico a esa edad temprana. Que nadie le enseñe qué es lo que tiene que decir, sino que surja desde el pensamiento y desde la lógica misma del pequeñito”, concluyó.