Mochilas rotas, cuadernos rayados con insultos, ropa desgajada, notas y mensajes amenazantes en los celulares son indicios de que un muchacho o muchacha es víctima de abuso escolar o bullying.
Esta situación tiene su origen en el entorno familiar, pues hay padres que no conversan con sus hijos y les preguntan: ¿cómo te ha ido en el colegio?, ¿por qué nadie te llama para salir?, ¿por qué llegas con la ropa rasgada? o ¿por qué hay notas groseras en tu agenda?, asegura la directora de la Comunidad Voces Vitales, Karen Flores Palacios.
La característica principal del acoso escolar es que el abuso se prolonga por meses e incluso años, la cual lo diferencia de los conflictos y riñas que forman parte del relacionamiento, crecimiento y adaptación de los jóvenes.
Cuando una situación de maltrato por parte de un grupo hacia una persona se mantiene por más de dos o tres meses recién se puede hablar de bullying, asegura la especialista, quien explica que la edad más vulnerable comienza a los 11 años, se intensifica a los 15 y baja, hasta que se hace imperceptible, en el último curso de colegio, a los 17 o 18 años.
Para la víctima y el acosador el problema se origina en un ambiente familiar con violencia, que no necesariamente puede ser sólo física o verbal, pues también están la negligencia y la sobreprotección, que son formas encubiertas de ella.
"Las personas que ejercen el acoso escolar sufren acoso dentro del hogar o son víctimas de maltrato físico, sexual o psicológico y es el colegio donde replican las acciones de las cuales son víctimas”, asegura la representante departamental de La Paz de la Defensoría del Pueblo, Teófila Guarachi Cusi.
Por ello es importante conversar con los padres o la familia, tanto de la víctima como del acosador, pues hay progenitores que parecen decir a sus hijos: "Te compro todo, el iPod, el iPad, todo lo que pueda, pero tiempo no me pidas; tiempo para ti no tengo. Yo trabajo más de ocho horas al día y llegó cansado, quiero dormir, quiero ver mi novela, quiero ver la tele”, asegura Flores. Y también se da el caso de padres sobreprotectores que al resolver todos los problemas de sus hijos les "deshojan” de sus habilidades sociales.
Pedir disculpas
El acoso escolar, en el caso de las víctimas y acosadores, tiene su origen en el entorno familiar, pero esta situación se puede revertir, por ejemplo, con una disculpa de quien ejerce violencia contra el hijo o la hija. Un caso que se atendió en Voces Vitales fue el de una adolescente que era objeto de burla en su colegio, porque su madre acudía al establecimiento bajo la influencia de drogas, pues era adicta a ellas. "Se burlan de quien tiene padre alcohólico, de quien tiene padre drogadicto, de los huérfanos”, afirma Flores.
La especialista cuenta que la joven incluso escribió una carta póstuma, pues estaba dispuesta a quitarse la vida, pero afortunadamente la situación cambió, luego de que la madre conscientemente pidió perdón a la muchacha y le prometió cambiar.
Lo mismo pasa en el caso de los abusadores, pues cuando hay un cambio drástico de actitud en la familia un adolescente puede arrepentirse y dejar de maltratar a sus compañeros. Ése fue el caso de un acosador que ya había partido una botella en la cara de un muchacho y había sido expulsado de diferentes colegios.
La madre del agresor acudió a buscar ayuda en la organización y luego de indagar sobre el entorno familiar, se supo que el padre abandonó a la familia cuando el menor tenía cuatro años. Y lo hizo de la peor manera, pues dejó su casa propinando golpes e insultos a la madre, cuenta Flores. "Él tenía una bronca contenida y por eso era tan agresivo”, explica.
Los miembros de la organización contactaron al padre y le dijeron que su hijo estaba al borde la delincuencia. El progenitor habló con su hijo y le pidió disculpas. "El chico lloró mucho y el padre también”, recuerda la especialista.
Gracias a esa reconciliación el joven se dio cuenta de que no todo era malo o negativo y que no todo el mundo estaba en su contra. "Resuelven el tema familiar y resuelven el rol que tienen como agresores”.
"Normalmente pasa eso; logramos que el padre o la madre pida perdón y la relación, el entorno, la situación y la condición del agresor cambia, pero siempre está relacionado con el tema familiar”, asegura Flores, quien añade que pocas veces vio el caso de un agresor que actúa violentamente "porque sí”.
La Comunidad Voces Vitales y la Defensoría del Pueblo realizaron un diagnóstico nacional en 2009, basados en 7.000 pruebas, cuyos resultados fueron presentados junto al Ministerio de Educación. Así se determinó que el 30% de los estudiantes es víctima de acoso escolar, un 30% es acosador y el restante 40% es espectador o "cómplice silencioso”.
Los espectadores pueden ser silenciosos o activos, de los cuales los últimos son aquellos que filman las golpizas, alientan los golpes o insultos, o impulsan la ley del hielo, que consiste en aislar y no hablar a una persona.
Diferentes prácticas
En los diferentes colegios en los que se aplicó la prueba no se notaron diferencias en los porcentajes, pero sí en las prácticas. Por ejemplo, los varones recurren más a la violencia física y las chicas, en cambio, al acoso verbal y la exclusión.
El tipo de acoso más recurrente es el social, que se da a través de la exclusión o la ley del hielo, luego le siguen el acoso verbal, el acoso físico y el acoso cibernético.
Acoso cibernético
El acoso cibernético puede presentarse de diferentes formas, como el sexting, que "consiste en trucar el cuerpo de una niña o una adolescente y ofrecer servicios sexuales en una página social”, explica Flores.
Otra modalidad es el happy slapping o "sopapo feliz”, que consiste en grabar las palizas que una víctima recibe para subir el video a las redes. Otra práctica es la elección de la "chica más fea del curso”, lo cual se hace en los denominados chismógrafos o chismometros de Facebook, en los cuales además se habla mal de la muchacha.
"Prefiero existir así…”
Flores atendió uno de estos casos en la ciudad de La Paz y pidió a la afectada que por un tiempo diera de baja su cuenta en la red social, en la que fue declarada "la más fea del curso”. "Esta adolescente nos decía: ‘prefiero existir así en el espacio virtual porque en el espacio real no existo’”, recuerda la directora de Voces Vitales.
"Yo prefiero que hablen de mí, a que no hablen’”. "Yo tengo 700 amigos en el Facebook pero en la vida real no tengo ni un amigo y no importa que me insulten”, decía la muchacha. Según Flores, luego de trabajar con la joven por un tiempo, ella accedió a dar de baja su cuenta momentáneamente.
Las consecuencias para las víctimas pueden ser fatales, asegura Karen Flores, porque en Voces Vitales atendieron dos casos que terminaron en suicidio. "Hemos atendido a dos personas, creo que a destiempo, porque ellos tomaron la fatal decisión de partir”, afirma.
La situación de acoso que vivió una de estas personas se prolongó por dos años. Según lo que cuenta Flores, los compañeros del adolescente le hacían creer que tenía sobrepeso, lo cual no era evidente, y le pusieron un sobrenombre ofensivo.
Cuando la especialista habló con la víctima, le decía que la ropa no le quedaba bien y todo le quedaba mal. A esta víctima, sus compañeros al pasar por el Puente de las Américas le decían: "Lánzate de aquí, no sirves para nada”, recuerda la especialista. El otro caso fue de una joven que vivía en medio de una profunda soledad y era sometida a la ley del hielo. Esta víctima dejó una carta en la que explicaba el porqué de su decisión.
"Tenemos cartas póstumas que no han llegado a concretarse, por suerte”, dice la especialista al aclarar que se trata de "chicas que han sido víctimas de bullying en un grado extremo”, pues a ellas además de someterlas a la ley del hielo, las agarraban en los baños, les quitaban la ropa y les pintaban la cara.
Las consecuencias para una víctima que no pudo salir del acoso son perennes. Esta persona lleva una marca casi indeleble en su alma y no quiere saber nada del colegio. Y más adelante puede ser víctima de acoso laboral, de depresión aguda o severa, y crisis de ansiedad.
Para los acosadores también hay consecuencias, pues se da el caso de adultos que se conviertan en padres maltratadores o en acosadores laborales.
Los padres maltratadores profieren frases como: "Eres un flojo, eres un vago, no sirves para nada, me has truncado la vida, yo iba a ser profesional pero has llegado a mi vida y me la has arruinado”, según la especialista.
Así, el adolescente que vive en su hogar situaciones similares va al colegio con ganas de vengarse y por eso golpea, o quizás con ganas de soportar los abusos, que los ve como "algo normal”.
A un niño que ve violencia en su hogar no se le puede exigir habilidades sociales que le permitan mantener su autoestima alta y su desempeño escolar. "Es como si el muchacho llevara una mochila emocional tremendamente fuerte”, pues "ha visto que el padre golpea a la madre, que le insulta y les pega”. "Con el ojo verde, con el ojo moreteado por el padre (el muchacho) tiene que subirse a la góndola y en la góndola se burlan de él”, dice Flores.
mediación
Para prevenir los casos de acoso escolar, en Voces Vitales sugieren que los colegios elaboren protocolos de bienvenida para presentar a los nuevos estudiantes, así como procesos de mediación de conflictos.
Flores recuerda, por ejemplo, el caso de un profesor del interior del país, quien cuando dos adolescentes estaban a punto de pelear, comenzó a cantar Arroz con leche..., lo cual terminó en una risa generalizada incluso en los contrincantes que al final no pelearon.
Los medios como la televisión o el cine no influyen en los casos de bullying, asegura la especialista, ya que a los chicos que están bien contenidos y tienen una familia equilibrada, ver programas groseros, como Los Simpson o South Park, no les afecta. "Miran y saben lo que están consumiendo”, asegura.
En una situación de acoso escolar, es difícil que el acosador o la víctima cambien y reviertan la situación por sí solos. Para que ello ocurra es necesario que los jóvenes encuentren a una persona cómplice que les ayude a superar la situación de acoso. Pero esto es difícil, según la especialista, porque sólo uno de cada diez chicos cuenta a un adulto que es víctima de acoso escolar.
"Hay esperanza con una abuela que ha sido incondicional, con un hermano mayor que ha sido incondicional, con un buen amigo, con un docente que ha advertido; siempre tiene que haber alguien en quien apoyarse, porque solos no lo van a hacer”, asegura Flores.
El 30% de los menores es víctima de acoso escolar, 30% es acosador y el 40% es espectador o "cómplice silencioso”.
Procedimiento ante denuncias
Voces Vitales nació en 2006 para llenar un vacío relacionado con el desconocimiento en la sociedad respecto al tema del acoso escolar o bullying. Se puede contactar a la Comunidad Educativa al teléfono 2792319.
Cuando una denuncia no atendida en el colegio llega, en Voces Vitales se sigue una ruta crítica interna y piden a la Defensoría de la Niñez y la Adolescencia que realice una evaluación del adolescente; ello para determinar el grado de estrés en el que se encuentra y si efectivamente es víctima de maltrato.
En la Defensoría les dan un informe que es enviado al colegio como una recomendación de Voces Vitales. Si el colegio tampoco hace nada, se acude a la Defensoría del Pueblo para que emita una Resolución Defensorial, mediante la cual se solicita la intervención.
La ruta crítica y las resoluciones defensoriales han funcionado en la mayoría de los casos. Pero cuando nada resulta, se manda un informe a la unidad educativa en la cual se informa que en esa escuela o colegio hay un nivel de acoso escolar preocupante, que llama la atención que no se haga nada y que se apelará a los medios de comunicación.
La representante departamental de La Paz de la Defensoría del Pueblo, Teófila Guarachi, afirma que el colegio observado ingresa en un grupo de centros educativos que reciben capacitación y talleres de sensibilización sobre educación sin violencia, ni maltrato escolar. Así se realizan talleres con la comunidad educativa, es decir padres, madres, profesores y estudiantes, para prevenir futuros casos de acoso escolar.