A flatoun tiene un nombre difícil, pero una metodología fácil de aprender. La práctica en las aulas así lo demuestra, y aunque también enseña valores, convivencia, tolerancia, planificación y derechos, tal vez lo que más asombra a los niños y niñas que participan es la capacidad de ahorro que cada uno tiene y que acaban por descubrir en medio de juegos, actuando como equipo en todo momento y con el acompañamiento de una profesora entusiasta.
Este es un programa educativo social y financiero para niños, niñas y adolescentes. Trabaja desde una secretaría asentada en Holanda y su metodología está esparcida en varios países del mundo como un camino para reducir la pobreza a partir del desarrollo social y económico. En Santa Cruz, el único departamento donde funciona por ahora, es llevado a cabo por la unidad de Capacitación e Inserción Laboral a Adolescentes y Jóvenes (Cilaj), una extensión de la Comisión Episcopal.
“Estamos trabajando con más de 12 colegios y hemos capacitado a 143 profesores de Santa Cruz de la Sierra y San Antonio de Lomerío”, explica Cintia Rodríguez Cuéllar, gerenta de Cilaj. Las encargadas de difundir este programa y capacitar a los docentes, Yrina Cuéllar y Tatyanne Yamanouth, explican que los elementos clave aquí son empoderamiento social y financiero. Además, recalcan que los niños y niñas deben entender sus derechos y responsabilidades y que solo así pueden convertirse en agentes de cambio en sus vidas.
La verdadera dimensión de estas palabras solo se capta al momento de ver en acción el programa, que se lleva por una hora cada semana, pero con un sistema que no implica ver y olvidar, sino ver y poner en práctica todos los días.
El jueves fue el día de Aflatoun en el aula donde estudian los alumnos de tercero de primaria, en el colegio Fe y Alegría San Francisco, de la Villa Primero de Mayo. Y esto es motivo de euforia para los chicos y chicas. La hermana Consuelo Borda es la docente que quiso capacitarse en el método y es hoy la única en el establecimiento que puede poner en práctica todo lo que ofrece Aflatoun. Se apoya en un texto que viene adecuado a la edad de sus alumnos, que ese día se preparan para hacer y hablar de lo que les gusta.
“Con Aflatoun aprendimos a decir la verdad, a ahorrar y no gastar, a conocer los sentimientos de los demás”, escribe Julio Barba. Su compañero José Andrés, describe la hora de este programa como un momento de alegría y hasta se anima a crear una poesía en la que resume enseñanzas que extrae de esta experiencia: “...aprendí a no pelear, a ser honesto, los derechos respetar y el ahorro fomentar. Trabajando muy unidos, los podemos alcanzar”.
El segundo concepto que más les queda también está asociado a los sentimientos, a la necesidad de explorar los buenos propósitos y neutralizar los apodos, las burlas y todo lo que hace sentir mal al compañero.
La hermana Consuelo está encantada. Dice que el texto es una ayuda para profundizar actitudes y valores. Nota que los chicos hablan sin miedo de temas que les preocupan o que les interesan.
La hora de Aflatoun transcurre con mucho contenido pero en medio de juegos, ya que usan muñequitos para poner orden en la clase. Un peluche en forma de león es el que da el derecho de hablar. Un divertido monito se le entrega al que está molestando, una gallinita al que está demasiado conversador, o un lagarto al que está demasiado lento.
Esta dinámica tiene aplicaciones distintas según la edad. Igual que los textos, que son adaptados al contexto local. La base, sin embargo, está siempre en cinco puntos: exploración y entendimiento personal, derechos y responsabilidades, ahorro y gasto, planificación y presupuesto, y emprendimiento social y financiero.
Ejemplos de cómo aplicarlos sobran cada día. Tatyanne Yamanouth dice, por ejemplo, que hablarles de planificación y presupuesto es algo nuevo en lo que los niños y adolescentes encuentran mucha utilidad. En el proyecto piloto que se hizo con chicos y chicas de la casa Mitaí, por ejemplo, aprendieron a ver el futuro como algo que ellos mismos pueden manejar.
Con el ahorro y el gasto ocurre algo parecido, que es aplicable a las necesidades diarias. No solo se habla de ahorros monetarios sino también de los no monetarios, que tienen que ver más con la preservación de los recursos naturales.
Al abordar la planificación, entienden que hay que trazarse metas para ir trabajando en ellas. Una metodología que se aplica para pequeñas aspiraciones, como la de tener a fin de año un par de zapatos, o para un paseo que pueda hacerse en familia.
El ahorro también ha servido para que varios alumnos costeen con sus monedas el alquiler de un traje para un alumno que no tuvo suficientes medios, para completar el presupuesto para los útiles escolares, o para costear las medicinas de una mamá que estaba enferma.
Los más jovencitos también aplicaron el concepto de respeto y tolerancia hacia los demás. En Casa Mitaí todos se sintieron motivados a realizar una marcha para expresar el apego a los valores y el rechazo hacia actitudes que denigran o humillan al prójimo.
Todo esto se resumió en un folleto para concienciar a la sociedad sobre la necesidad de frenar el llamado ‘bullying’ (acoso escolar), un tema que fue descrito como una realidad que afecta a la juventud.
Unión. Cada uno realza el club al que pertenece, pero juntos saben que forman un solo equipo
Faltan incentivos para ampliar la cobertura
El método Aflatoun comenzó en Holanda y actualmente hay más de un millón de niños y más de 10.000 maestros capacitados. Los ahorros que los estudiantes han alcanzado desde 2006 en todo el mundo equivalen a 450.000 euros.
Esta es solo una forma de mostrar cómo ha ido avanzando este sistema de educación social y financiera para niños, niñas y adolescentes. En Bolivia apenas lleva un año y los deseos de llegar a más comunidades educativas formales y no formales está latente. Lo que impide dar este paso, sin embargo, es la falta de patrocinadores que puedan costear la reproducción de los libros que cada participante debe tener.
En Paraguay, por ejemplo, una financiera es la que respalda la iniciativa, como parte de su programa de responsabilidad social. Además de asociar su marca a un tema de educación, de valores y planificación, también se acerca a potenciales clientes que se pueden identificar en esos niños y niñas que comienzan a crecer seguros de que ahorrar es fundamental en la vida.
Club. Dos grupos más que forman clubes para realizar distintas actividades. Además de los distintivos, manejan una caja donde guardan sus ahorros. El dinero proviene de su recreo
La gerenta de Cilaj, Cintia Rodríguez, dice que se han enviado cartas de solicitud a diferentes entidades y se está esperando respuesta para ver cuánto más se expande este programa el próximo año.
La planificación, según explica, se realiza con tiempo, de manera que cada maestro sepa cómo introducir en el currículo la hora Aflatoun, durante todo el año. Por eso, es necesario planificarlo antes de que empiece el año escolar.
Lo que se requiere ahora es buscar financiamiento para reproducir los textos. “No es para sueldos ni otros aspectos. Lo que necesitamos es tener quién cubra los gastos del material que cada alumno recibe”, explica Rodríguez.
La sede de Aflatoun en Holanda provee los lineamientos, da la capacitación y comparte experiencias, pero no contempla presupuesto para que el programa se lleve adelante en cualquier país.
Los textos están llenos de ejercicios prácticos y adaptados a la edad del participante. Los más chicos (de 6 a 14) utilizan Aflatoun. Para los adolescentes es Aflateen y para los pequeñitos en edad prescolar, se aplica el Aflatot.
Los contenidos, si bien están orientados desde Holanda, tienen que ser ajustados a la realidad local. Rodríguez dice que, además, cada maestro es libre de aplicar como mejor lo vea y tomar en cuenta siempre la necesidad o las sugerencias de los alumnos que participan.
Unidos. Este es otro club que actúa en el tercer curso del colegio Fe y Alegría San Francisco. Se emocionan al hablar de este programa que les incentiva a la convivencia
Ellos lo dicen
- Jenniffer. Me gusta entender más sobre los sentimientos de los demás. Muchas veces nos sentimos en situaciones difíciles y saber cómo enfrentar esto nos ayuda mucho.
- Camila. Me gusta que seamos felices. Es lo que he sentido con este programa. Somos una creación de Dios y tenemos que compartir esa alegría con todos los que nos rodean.
- Fernando. Me gusta saber que no hay que herir sentimientos. Este programa me enseña a no pelear y no estar insultando a los demás.
José Andrés. Me gusta la música y cada día, cuando hacemos alguna actividad, también empezamos a cantar.
- Lorenzo. La canción de Aflatoun expresa todo lo que sentimos. Es un ejemplo de cómo tenemos que vivir cada día.
- Brenda. Escribí un poema para expresar lo bueno que aprendí con este programa. Aprendí a ahorrar y a compartir con los demás.
- Flavia. Entendí que no hay que gastar el agua y nos enseña que mientras más ahorremos, mejor será para todos.
- Meudy. Aflatoun es una llamita y nos advierte que no debemos jugar con fuego, nos habla de los peligros que podemos encontrar.
- Juan Pablo. Aquí aprendí cómo formar un club y cómo compartir con mis amigos y compañeros.
- Baruc. Me gusta ahorrar. Lo que reuní sirvió en mi casa, porque mi mamá casi no tenía dinero para comprar mis útiles. Le dije que usara lo que ahorré para terminar de comprar lo necesario y si sobraba, le pedí que lo use para pagar algunas deudas.
- Ariel. El programa me enseñó a ahorrar y me abrió camino para relacionarme con todos mis compañeros y con la gente de mi casa.
- Douglas. Mi mamá estuvo enferma y me dolió mucho verla así. Lo que ahorré me sirvió para ayudarla a curarse.
- Javier. Aflatoun me mostró que podemos ayudar a otras personas, con lo que tenemos.