La unidad educativa San Juanillo conmemora 60 años desde que fue fundada por la Orden de los Franciscanos, con el objetivo de abrir las puertas de la educación a los hijos de los campesinos que cuidaban haciendas, en un lugar considerado como el basural de Sucre. Hoy, es un establecimiento modelo.
La orden franciscana estuvo a cargo de la unidad educativa durante 22 años; luego, la orden de las teresianas se encargó de su administración por 13 años, y desde hace un cuarto de siglo asumieron esa responsabilidad las Hermanas de la Providencia.
Un poco de historia
El terreno donde hoy se asienta el populoso barrio San Juanillo, una zona netamente comercial, en pleno Mercado Campesino, era en la década del 50 un lugar alejado de la ciudad. Allí se encontraba la “laguna de los patos”, adonde muchos habitantes se dirigían para dejar los residuos de las actividades que desarrollaban en el área urbana.
Los pocos pobladores de ese sector eran campesinos que cuidaban las propiedades y huertas de los hacendados. Como sus hijos no asistían a la escuela, los franciscanos —que tenían la tuición espiritual sobre el lugar— decidieron que los pequeños fueran a pasar clases a La Recoleta, unidad educativa de su misma orden religiosa.
Sin embargo, los niños cada día tenían que caminar unos seis kilómetros (ida y vuelta). Llevaban su avío para alimentarse, pues pasaban clases mañana y tarde. Pensando siempre en el bienestar de los menores, el padre español Leonardo Ibáñez decidió crear en 1956 la escuela San Juanillo. En una parte del acta de fundación, que todavía se conserva, él refuerza: “para que los niños no tengan que recorrer tan larga distancia…”.
Algunos estudiantes de esa época —ahora ya adultos— contaron a la actual directora de la unidad educativa, la hermana María Teresa Notario García, que por el frente pasaba un río y que cuando era época de lluvias debían cruzar el lugar utilizando maderas. A veces, la fuerte corriente de agua se llevaba las chancletas de algún estudiante y le obligaba a retornar descalzo a su casa.
La escuela empezó a construirse en 1955 y funcionó desde el año siguiente con dos cursos. Cada uno albergaba a 25 niños. Había tres maestros egresados sin título.
Era una escuela muy pobre y los pequeños escolares hablaban en quechua. Años más tarde recibieron a la primera profesora con título: Teresa Gantier.
“Solo un hombre soñador y con una visión de futuro pudo crear el colegio en un lugar donde había basura, agua detenida, donde la gente llevaba los desechos de la ciudad. Es digno de admiración hacer tantas cosas maravillosas sin tener nada”, comenta la hermana Notario a ECOS.
La escuela se fue construyendo granito a granito. En un registro bien ordenado y detallado del padre Leonardo Ibáñez se lee, por ejemplo: “hoy compré clavos, hoy compré cañahueca…”. Y así sucesivamente.
Una visión integral
Ibáñez tenía una visión integral. Su objetivo era educar y evangelizar, mejorar la calidad de vida de los estudiantes. Él consideraba necesario que salieran de la escuela con un oficio para poder autosustentarse; además, tenían que estar sanos y alimentarse bien.
La hermana María Teresa dice que es grandioso cómo trabajaron los franciscanos por la escuela. Fueron varios: el padre Florencio Viaña creó y llevó adelante la Escuela de Artes y Oficios desde el 26 de febrero de 1958; allí, los niños aprendían peluquería, sastrería, zapatería y hojalatería.
El barrio San Juanillo reúne a un gran número de peluqueros, varios de los cuales aprendieron el oficio en esta unidad educativa, ahora, inclusiva.
Cuenta con nivel inicial, primaria y secundaria; alberga en sus aulas a más de 2.000 estudiantes y cada curso tiene cuatro paralelos.
Entre el plantel docente y administrativo trabajan 100 personas.
Quienes asumieron la Dirección del establecimiento en diferentes periodos fueron ampliando la infraestructura y manteniendo y mejorando los servicios: la Escuela de Oficios, los talleres, la cocina, el comedor (en el momento de la visita de ECOS, los alumnos se servían una cazuela, hamburguesa con arroz y refresco de fruta).
“Doy gracias a la Providencia por sus bendiciones y a las personas maravillosas que lo dieron todo por el colegio”, reconoce Notario.
La mayor preocupación del padre Leonardo era que “los niños estén bien alimentados”, comenta la religiosa. Por el momento tienen 450 alumnos pensionados, que pagan Bs 1,50 por día. También hay otros becados.
El recinto cuenta con aulas amplias e iluminadas, baños modernos, un enorme salón de actos, biblioteca, capilla, una envidiable sala de computación, otra de música y cultura, además de talleres de tejidos, corte y confección, electrónica y peinados.
Paredes, muros y bancos están limpios, ni una raya. El kínder tiene tres plantas, carece de gradas: solo hay rampas. Las baterías de baño y lavabos son adecuados para los niños más pequeños y se encuentran bien aseados.
La hermana María Teresa anuncia que pronto construirán un bloque de tres pisos solo para las materias técnicas.
La educación
Según la religiosa, la nueva ley educativa no es novedad para ellos porque hace 58 años que trabajan con educación técnica: “ahora solo hay que llevar a la práctica el bachillerato con técnicos medios”. Además, elaboraron un proyecto para que los alumnos se gradúen como técnicos humanísticos. Solo resta presentar ese documento al Ministerio de Educación.
Todas las mañanas llevan adelante un plan de formación en valores, que consiste en la lectura y análisis de una historia en cada curso antes de iniciar el avance de materia.
Asimismo, los maestros trabajan con un “Proyecto Socioeducativo Comunitario” —temas de adaptación, autoestima, buen gusto, valores escolares, respeto entre varones y mujeres— que se resume en la frase: “La magia del buen trato y vivir feliz”.
Esta unidad educativa es de convenio ente el Estado y la Iglesia católica. Los padres de familia de común acuerdo pagan una vez al año 120 bolivianos para el mantenimiento del recinto.
La Directora agradece también la cooperación de “algunos alumnos de colegios de España y amigos de Francia e Italia que becan a algunos niños pobres”.
El aniversario
Los festejos por este cumpleaños especial se cierran mañana, lunes, con una misa, un desfile y un almuerzo del plantel docente y administrativo junto a invitados especiales. También se realizará la bendición del pan, que luego se servirá a los niños con chocolate, y la Alcaldía de Sucre condecorará a San Juanillo por el 60 aniversario de su fundación y por las Bodas de Plata de las Hermanas de la Providencia.
La hermana María Teresa Notario García
La hermana con vocación de servicio María Teresa Notario García nació en España y es misionera de la Providencia, una fundación creada en Salamanca por el padre Joaquín Alonso Hernández.
Recuerda que llegó a Bolivia en 1987. Trabajó durante tres años como profesora de Religión en el colegio Bernardo Monteagudo, y que en 1990 estuvo un año en la unidad educativa La Recoleta.
En 1991 asumió la Dirección de la unidad educativa San Juanillo (cargo que todavía ostenta), puesto que las hermanas teresianas ya no se podían administrar este establecimiento educativo.