La maestra reconoce que tuvo dificultades para que sus alumnos de seis y siete años puedan analizar las cuatro dimensiones que establece el Reglamento de Evaluación, el Ser, Saber, Decidir y Hacer, pero los estimula con preguntas motivadoras.
Otro obstáculo que la educadora ha identificado en la implementación del nuevo sistema de evaluación es la influencia de los padres de familia, quienes aleccionan a los escolares a calificarse con las máximas notas, que muchas veces no reflejan su real desempeño.
Los profesores alertan sobre el riesgo de ser subjetivos al calificar el Ser, pues engloba la personalidad de los escolares. Para superar las trabas, algunos docentes elaboraron guías para llevar adelante el proceso.
Sandra López era hasta el año pasado profesora de quinto de primaria. Cuenta que llevó adelante el proceso de autoevaluación con cuestionamientos concretos como por ejemplo: ¿llegas puntual a clases? ¿clasificas la basura? ¿entregas tus tareas a tiempo? entre otras.
Al igual que su colega, acepta que tuvo problemas para elaborar los criterios de análisis para cada una de las dimensiones.
Heeyder López es profesor de cuarto de primaria de la unidad educativa Sagrada Familia, en el sur de la ciudad, y formuló un banco de preguntas para que sus alumnos se autoevalúen. Además, aplica una fórmula para obtener el promedio preciso en cada una de las dimensiones.
Desde el punto de vista de López, la nueva forma de evaluación es un proceso científico y sistemático con los lineamientos claros, pero demanda iniciativa, creatividad e interés de los maestros. También conlleva mucho tiempo para lograr un seguimiento permanente del proceso educativo de los alumnos.
La estrategia del profesor es iniciar la evaluación de los estudiantes con diálogo y reflexión. Además, elaboró una ficha de observación para la comparación de datos.
Si bien el objetivo es general, los educadores deben determinar los criterios adecuados para calificar el desempeño de sus alumnos.
“Los maestros deben actualizarse constantemente y apropiarse del nuevo modelo educativo”, señala López.
Según la directora de la escuela Sagrada Familia, María Luz Gutiérrez, el éxito del nuevo sistema de evaluación está centrado en el docente porque el desafío es mayor que en el anterior modelo educativo.
Ahora, deben aplicarse tres evaluaciones, la que hace la maestra a los estudiantes, la autoevaluación realizada por los mismos colegiales y la comunitaria.
La más conflictiva es la autoevaluación porque, desde el punto de vista de Gutiérrez, el estudiante no está acostumbrado a realizar una reflexión crítica ni de sus conocimientos ni de sus actitudes porque su único interés es aprobar su curso.
“A los padres y estudiantes solo les interesa que aprueben el año escolar, no que sea crítico o transforme su realidad. Lo que quieren es pasar de curso y salir bachiller y se califican con 100 puntos aunque no lo merezcan”, añade Gutiérrez.
El criterio es compartido por la directora del colegio Ángel Honorato Salazar, Jeaneth Achocalla Flores, quien asegura que en los cursos superiores se observa deshonestidad de parte de los estudiantes al momento de evaluarse.
Maestros tienen que respaldar a colegiales
La responsabilidad de los maestros es analizar y reflexionar acerca de los procesos educativos. Deben orientar y apoyar a los estudiantes de manera oportuna y precisa para lograr su desarrollo integral. Tienen que valorar las capacidades, cualidades y potencialidades de los alumnos en actividades personales y comunitarias.
Valoración integral de los alumnos
Los profesores tienen que registrar y procesar la información cualitativa y cuantitativa del proceso educativo y la formación integral de los estudiantes.
Además, deben realizar un seguimiento minucioso de sus alumnos a través de los reportes sobre el desarrollo del aprendizaje y la evaluación de los estudiantes.
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