Según los técnicos en educación del Centro de Apoyo Técnico Educativo (CATE), dependiente de la Asociación Nacional de Colegios Privados (Andecop), la implementación de la norma en las unidades educativas del sector privado presenta limitaciones y, por lo tanto, demanda ajustes, por ejemplo, una sola nota “globalizadora”.
DIMENSIONES
El coordinador de CATE, Juan Carlos Pimentel, asegura que desde el punto de vista operativo identifican incongruencias en el análisis del estudiante, fragmentado en cuatro dimensiones, el Ser, Saber, Hacer y Decidir y su respectiva evaluación cuantitativa.
El Reglamento de Evaluación señala que el Ser es la expresión de las actitudes, sentimientos, emociones y pensamientos de los colegiales.
El Saber es la destreza de comprensión de conocimientos de manera crítica, reflexiva y propositiva.
El Hacer es el desarrollo de habilidades y destrezas en la aplicación de saberes científico-técnico- tecnológicos en la prevención y resolución de problemas de la realidad.
El Decidir es la capacidad de tomar decisiones a partir de la lectura de la realidad y con pertinencia en tiempo y espacio.
Desde el punto de vista de Pimentel, una evaluación fragmentada es completamente contradictoria con el modelo holístico que se pretende aplicar, con la implementación de la Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez.
La principal dificultad se presenta en el análisis por separado de las dimensiones del Saber con el Hacer, por la dificultad de establecer la diferencia entre ambas.
Cuando los profesores piden la redacción de un texto como examen, por ejemplo, evalúan simultáneamente el Saber y el Hacer.
“Nos obligan a separar esas dos dimensiones cuando no existe una frontera”, explica.
Lo mismo ocurre con las dimensiones del Ser y el Decidir. El Ser es la esfera valorativa y el Decidir es la opción a favor de la comunidad. Cuando se evalúa la solidaridad se abarcan ambas dimensiones. “Por lo tanto, no existe una frontera y no sabemos en qué momento separar las dimensiones”, señala.
Como resultado del proceso se obtiene una evaluación parcelada cuando el propósito es que sea integral.
REALIDAD FALSA
La autoevaluación también preocupa a los educadores porque se refleja una realidad falsa de un alto rendimiento académico, donde las reprobaciones de año no alcanzan ni al 10 por ciento . “Se ha dado una elevación milagrosa de los resultados”, dice.
En muchos casos, la autoevaluación ha sido un instrumento que los colegiales usaron para elevar sus notas inmerecidamente, enfatiza.
Un error es considerar que las calificaciones de los estudiantes son de carácter vinculante, lo cual significa que no pueden ser modificadas por los profesores.
Sin embargo, en el Reglamento se establece que la autoevaluación es una calificación solo de carácter referencial. “El docente ve la autoevaluación hecha por los estudiantes para hacer su propia valoración”, insiste.
Desde el punto de vista de Pimentel, las autoridades educativas muestran como un gran logro la disminución de las reprobaciones, “pero se trata de estadísticas falsas que no reflejan la realidad”.
Por otra parte, los profesores se sienten presionados por las declaraciones de las autoridades educativas en sentido de que la aplicación del Reglamento debe ser rigurosa y, por lo tanto, deben demostrar que han hecho el seguimiento próximo y continuo de los alumnos para lograr su aprobación de curso.
En este sentido, es necesario que se especifique en qué consiste el seguimiento, el monitoreo, las adaptaciones curriculares que deben hacer los educadores en el proceso educativo.
Por otro lado, Pimentel destaca que los principios que norman el nuevo método de evaluación son los adecuados porque asumen una visión integral del estudiante y su relación con su comunidad y su entorno.
Además, el nuevo sistema incorpora importantes y nuevos conceptos como la evaluación integral, permanente y continua.
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