La iniciación de clases nos vuelve a llamar a las unidades educativas de nuestro país, para afrontar nuevos desafíos educativos que nos llevarán por caminos de eficiencia a todos quienes pertenecemos a esta gran comunidad educativa.
La misión de los profesores cada año es, cumplir con alto grado de responsabilidad, la educación de nuestros niños y niñas, jóvenes y señoritas. Mejorar su desempeño en la práctica docente, capacitarse con temas actualizados, orientar, reforzar la práctica de valores humanos y cívicos, es la gran tarea que tiene cada profesor y profesora.
Pero la tarea educativa y la formación integral, debe comenzar en el hogar, en la familia, donde los padres y madres ofrecen las condiciones más favorables para sus hijos e hijas, pues ellos observan diariamente y a todas horas el crecimiento y desarrollo físico, intelectual y espiritual de ellos y ellas.
Los padres y madres tienen más ocasiones que el maestro para conocer las disposiciones y capacidades del niño y niña y para dirigir con éxito su desarrollo. En el campo de la educación social, ninguna otra forma de educación puede acercarse ni aproximadamente o sustituir a la educación familiar.
El maestro y maestra pueden y deben corregir, orientar y fortalecer las actitudes y aptitudes de los estudiantes, pero, con el importante apoyo de los padres y madres de familia, a pesar de las dificultades que afrontan en la familia o en la sociedad.
Respetar las normas, las reglas de buena conducta, de puntualidad, de cumplir los deberes escolares, de practicar buenas relaciones, tener un trato cortés con los profesores, compañeros y compañeras y mostrar civismo, hará que nuestros estudiantes alcancen sus objetivos y metas para beneplácito propio y de sus padres.
En los estudiantes deben crearse actitudes favorables hacia el aprendizaje y el trabajo escolar, se le debe dar a entender que estar en el colegio es un privilegio, que debe prestar atención y mostrar buena voluntad al profesor y sentir que el aprender es una experiencia feliz y atractiva.
Las niñas, los niños y jóvenes que estudian merecen la atención total de todos los componentes de la comunidad educativa, porque con el esfuerzo de sus mentes y cuerpos, van a forjar un futuro mejor para ellos, para su familia y para nuestra querida patria Bolivia.
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