Ellos, sin embargo, no piden otra cosa que el reconocimiento de su labor ante la sociedad, aunque muchos afirman que ver surgir a sus retoños es la mayor satisfacción que pueden obtener.
Una muestra de amor a la profesión. "Quien ejerce la enseñanza y dedica su vida a este oficio sabe que la mayor honra es ver el fruto de ese trabajo plasmado en la vida de los estudiantes. No hay nada más hermoso que ver a nuestros niños y jóvenes convertidos en grandes profesionales", manifiesta la profesora Berna Rojas, que este agosto cumple 40 años de servicio incondicional a la enseñanza regular.
A sus 62 años la mujer afirma que trabajará en la enseñanza en tanto sus condiciones físicas se lo permitan "Cada día le pido a Dios que me dé la fortaleza para seguir haciendo esto que tanto disfruto", dice, y recuerda que egresó de la Normal Enrique Finot hace 41 años.
Esa pasión de la que habla hizo que renunciara a cualquier otro trabajo o cargo que se le cruzó a lo largo de su carrera. "No estaba en mis planes estudiar para ser maestra, pero al ejercer mi carrera nunca estuvo en mis planes dejar de serlo", afirma, a tiempo de ratificar que en más de una ocasión renunció a fungir como directora u otro cargo administrativo. Todo para seguir siendo maestra.
Pese a ello, tanto el plantel administrativo como los estudiantes le tienen un cariño y un respeto único por ser una de las fundadoras del establecimiento educativo.
Cruza el río cada día solo para enseñar en una comunidad. No es menor la entrega y dedicación que proyecta cada día la profesora Ermelinda Rivera (31) quien ejerce la docencia desde hace 8 años.
Durante todo este tiempo, la maestra rural ha ejercido su servicio a la sociedad siendo profesora en la Comunidad Sombrerito, en el municipio de La Guardia, donde debe trasladarse cada día para transmitir sus conocimientos. Dicha tarea no es fácil ya que debe cruzar el río Piraí cada día, al igual que sus otros colegas.
Pese a ello, afirma que su principal motivación son los niños, a quienes capacita haga frío, calor o lluvia. "Lo tomo como una prueba para reiterar la misión que encaré al momento de graduarme. En un principio quise retirarme por los obstáculos, aunque supe que la necesidad de los niños va más allá de las incomodidades que enfrento", manifiesta.
"Lo que me pesa es dejar a mi familia, pero este es mi trabajo y para esto estudié", dice, a tiempo de relatar que para ello debe organizar sus labores de ama de casa desde las 04:30, ya que debe estar a las 07:00 en el puerto. "A veces entregas más del tiempo que dispones, pero todos mis esfuerzos se verán cuando los niños hayan logrado superarse", afirma optimista.
Una vida a la enseñanza y aún no es suficiente. Otro sinónimo de entrega y dedicación es la profesora Yetty Victoria Céspedes Cossío, que pese a que se jubiló en 2009, aún sigue siendo un gran ejemplo tanto para sus estudiantes como para sus colegas de trabajo.
Desde 1960 hasta la década de los 80 ejerció como maestra de primaria en la enseñanza regular aunque afirma que su mayor aporte lo hizo en la enseñanza a nivel profesional en la Universidad estatal, donde fue docente por más de 25 años.
En 2008 recibió la medalla al mérito Municipal por su contribución a la enseñanza académica y profesional, sin contar una larga lista de medallas y reconocimientos otorgados por la casa de estudios y docentes por su cátedra en la carrera de Derecho.
Entre sus mayores logros, menciona el haber logrado la creación del departamento de investigación y formación educativa en el año 1999.
"Pueden ser muchos los logros o los reconocimientos aunque no hay mayor remuneración que ver a tus estudiantes convertidos en grandes profesionales que se destacan en la sociedad, pero ante todo que te encuentren y te digan ¿cómo está profe? Eso no tiene precio", asegura la maestra, que no deja de sentir nostalgia por las aulas. "Mi vida cambió desde que dejé la docencia pero no dejan de venir a mi mente los lindos recuerdos y las ganas de volver a estar con los alumnos, que al igual que yo aprendieron en cada una de las lecciones", dice.
"Un maestro que no enseña a partir de los principios y valores de la familia y el respeto no va a ver los frutos", destaca.
Sin duda que, como ellas, deben haber muchos ejemplos de mujeres y hombres que se sacrifican y esmeran para hacer mérito a su profesión. Sus testimonios dejan muy en claro el por qué se ganan el cariño de sus estudiantes y de la sociedad en general.
Ermelinda Rivera, nada frena su pasión educativa
Hace 8 años egresó como docente de la normal de Portachuelo y actualmente se dedica a la docencia rural en la escuela de la comunidad de Sombrerito en el municipio de La Guardia. Para ello debe cruzar todos los días el río Piraí, a pie, para llegar a su escuela. "Mi mayor motivación y las fuerzas me la dan mis niños, pues una vez pensé en renunciar y me di cuenta de que ellos realmente me necesitan. Ya me acostumbré a esto y no pienso dejarlos", dice.
Yetty Céspedes Cossío, aprende de los estudiantes
Dedicó 20 años a la enseñanza regular en primaria y secundaria en colegios fiscales, aunque cree que su mayor aporte lo hizo en la universidad estatal, donde fue docente de la carrera de Derecho por más de 25 años. Entre sus mayores logros está la creación del departamento de Investigación y Formación Educativa.
"Aún siento nostalgia y deseos de seguir enseñando y aprendiendo las lecciones que los mismos alumnos enseñan", dice.
Berna Rojas (62), fidelidad plena a su profesión
Su nombre, como su dedicación a la enseñanza, es muy conocido en el colegio Ramón Darío Gutiérrez, del cual es una de las fundadoras. La profesora Berna Rojas ha brindado sus 40 años de servicio en este establecimiento y aún aspira a más. "No me imagino desempeñándome en otra área o en otro cargo que no sea de profesora. Pienso seguir enseñando mientras me den las fuerzas", manifiesta, a tiempo de señalar que su mejor pago es el amor de sus pupilos.
Cómo surge la idea de honrar a los maestros esta fecha
En 1924, bajo la administración del presidente Bautista Saavedra, por Decreto Supremo del 24 de mayo, se declara el 6 de junio "Día del Maestro boliviano", para hacer un justo homenaje a todos los educadores del país. La fecha está asociada a dos hechos importantes: la primera, relacionada con la fundación de la primera Escuela Normal de Profesores y Preceptores de la República, en 1909, en la ciudad de Sucre.
La segunda, coincide con la fecha de nacimiento de Modesto Omiste Tinajeros, un pionero de la educación en el país, considerado “Padre de la educación boliviana” por sus aportes a la educación.
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