Durante todo el año escolar los componentes de la banda, que en algunos casos son más de 110 integrantes, se dividen de acuerdo al tipo de instrumento musical que interpretan, y lo hacen por separado; para aprender todas las piezas musicales, dedican, -en algunos casos-, más de tres horas semanales. Cada uno de estos núcleos cuenta con un líder y son ellos quienes se encargan de enseñar a los postulantes, de guiar a los nuevos y de mantener la agilidad interpretativa de los más antiguos; sólo que semanas antes de cualquier presentación pública el grupo debe unificar los ritmos.
Al principio las trompetas corren veloces, los tambores opacan a los bombos, los heraldos no se escuchan; las tubas, trompetas, trombones, platillos tienen un estilo particular. Al final todo es un enredo y es el director de la banda quien se encarga de afinar las marchas.
El ritmo y la coordinación son esenciales para poder presentarse públicamente, más aun cuando es la población cochabambina quien se vuelca a las calles, para ver la elegancia de las escuadras y escuchar a una buena banda de guerra.
Los integrantes sienten un cariño y orgullo particular, porque para ellos el portar con un instrumento y el uniforme escolar es signo de superioridad frente a los otros y en algunos casos se trata sólo de seguir la huella generacional de sus antecesores.
Es decir que sus abuelos o padres también formaron parte de la banda del colegio.
Tonos al viento
El colegio La Salle fue el primero en conformar una banda escolar. Han transcurrido 63 años desde su primera presentación, pero su vigencia e importancia se mantiene en este campo.
El profesor Juan José Martínez, encargado de la banda estudiantil desde 1994, relata que el origen de la banda del colegio se remonta hasta el año 1948, cuando el hermano Francisco Cáceres Pizarra, más conocido como Hermano Camilo, impulsó el sueño de contar con un banda integrada por estudiantes.
El hermano Camilo llegó al país ese año, procedente del Perú, y apenas pudo comenzó a involucrarse con la juventud del colegio, quienes comenzaron a soñar con la creación de una banda escolar.
De acuerdo al relato del hermano Camilo en la revista institucional de La Salle, “75 años de tradición y grandeza histórica”, su primera impresión sobre el colegio dice así “era pequeño. No habían ni 200 alumnos pero aún así el espíritu y el deseo por contar con una banda era grande y por eso se organizaron rifas, tómbolas y concursos de todo género. (...) Aún así el dinero no alcanzó y los alumnos comenzaron a donar parte de sus recreos. Con todo lo recaudado se logró adquirir cuatro cornetines españoles y cuatro tambores”. De ese modo se originó la primera banda estudiantil.
Martínez dice que “esta primera banda estaba integrada por 20 ó 25 estudiantes” y que se caracterizó por ser una clásica banda de guerra; a la fecha está cifra de los integrantes se incrementó a 120 alumnos.
Con el paso de los años otra de las figuras importantes de la banda fue el “Secre”, José Casto Méndez, quien desde finales de los años sesenta se hizo cargo de la coordinación de la disciplina. Una de las normas que él impuso para la selección de los estudiantes que participarían en la banda era la calificación académica. Es decir, que sólo los alumnos que mantenían un buen promedio tenían la posibilidad de ser parte de la banda, una medida que aún se practica en el colegio.
Durante estos 63 años la banda del colegio La Salle supo ganar varios reconocimientos, tanto a nivel local como interdepartamental, además de convertirse en el motivo de orgullo y satisfacción para la comunidad cochabambina.
Banda del Instituto americano
En 1958, otra de las bandas más representativas de Cochabamba empezó a estructurarse. De acuerdo a Gladys Galindo, integrante de la promoción de ese año, la idea de la puesta en marcha del proyecto de banda se inició en junio de ese año durante el viaje de promoción a la ciudad de La Paz.
La cercanía y el contacto que se logró con la promoción del Amerinst de ese año, en eventos competitivos y sociales, les permitió a los integrantes de estas promociones socializar la idea de crear una banda en la regional de Cochabamba.
Galindo relata que todo parecía engranar puesto que precisamente la banda de la ciudad de La Paz podían entregar sus instrumentos musicales en calidad de donación, ya que ellos recibirían todo un equipo de instrumentos de obsequio de la Embajada Americana. “Para consolidar dicho proyecto los representantes de la promoción y los profesores designados como acompañantes, entre ellos Juan José Quezada y Héctor Soria, gestionaron el trámite correspondiente ante la dirección del colegio.
A la semana siguiente los alumnos de la promoción retornaba con todo el instrumental necesario para dar vida a la banda.
Al retornar al colegio, los alumnos y profesores se contagiaron de la emoción de formar la banda. Durante todo el mes de julio los alumnos ingresaron en una etapa intensiva de enseñanza y aprendizaje, puesto que ellos querían presentarse públicamente durante las fiestas septembrinas del departamento.
“Como olvidar la estampa de Dany Bakovic y la figura gallarda y varonil de Reynaldo Saravia; del hermoso conjunto de las segundas guaripoleras que junto a nuestros compañeros interpretaron con satisfacción y orgullo los primeros sones de la Banda del Amerinst” recuerda Gladys Galindo.
LOS SONES DEL DON BOSCO
El padre Javier Ortiz Rodríguez, director general del colegio Don Bosco, afirma que el fundador de su banda fue el reverendo Humberto Mendoza Galindo, el primero de junio de 1987.
Según datos históricos se conoce que el padre Mendoza había llegado del Perú con la formación precisa para apoyar este tipo de actividades; debido a algunos cargos similares que ocupó en su país.
Curiosamente ese año, durante el mismo periodo, un equipo instrumental de banda llegó a San Carlos de Yapacaní en Santa Cruz a la congregación Salesiana, para conformar una banda estudiantil; pero por motivos personales el director y párroco de esta congregación retornó a Italia y los instrumentos quedaron sin uso. Esta noticia llegó hasta Humberto Mendoza.
Es así como él comenzó las gestiones necesarias frente a las altas autoridades salesianas, para ver la posibilidad de recibir esos equipos y que sean la base de la banda de guerra del colegio de Don Bosco en Cochabamba.
Es así como 80 instrumentos musicales llegaron a su poder. Ése fue el momento de iniciar con el periodo de los ensayos. Con el paso del tiempo éstos se incrementaron a 180.
La emoción y el orgullo de integrar la primera banda del colegio creció rápidamente y antes de lo pensado los primeros acordes musicales ya se esparcían en el ambiente.
Al poco tiempo, el Rector General de los Salesianos a nivel mundial otorgó un monto económico al colegio para la adquisición de más instrumentos musicales.
La banda empezó bajo la instrucción del profesor Javier Mantilla, posteriormente se hizo cargo el profesor Wenceslao Garnica y actualmente se encuentra dirigida por los profesores Evans Menchaca, Demetrio Villazón, Luis Choque y Carlos Alánez. Cada uno dedicado a la enseñanza de un instrumento musical.
Asimismo, esta unidad educativa se caracteriza por la presencia de guaripoleros, que supieron representar a su colegio con prestancia y destreza en los desfiles cívicos, entre los que se pueden mencionar a Gustavo Guzmán, Richard Rojas, Raúl Guevara, Javier Issa, Juan Carlos Trigo, Sergio Saucedo y otros.
A la fecha, esta banda sigue cosechando triunfos y lauros debido a la calidad interpretativa que logran y además ser reconocidos como una de las mejores de Cochabamba.
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