Este problema lo analizamos en el primer Congreso Nacional de Educación, en octubre de 1992, en La Paz, y concluimos que no es posible continuar así. Un profesional puede tener un doctorado en Ciencias Sociales y desea enseñar en el ciclo medio, pero no puede porque no es normalista. Con el mismo tenor, una persona puede ser un extraordinario egresado de una normal, pero cuando quiere realizar un postgrado, no se lo permiten, porque la universidad no reconoce su título.
Somos como republiquetas, sistemas apartes. El sistema de educación nacional no está articulado con el sistema educativo escolar. El sistema educativo escolar depende del Ministerio y se nutre de las normales, pero produce bachilleres que no tienen nada que ver con la educación superior, estamos divorciados.
En el congreso de 1992, la posición de la Universidad Boliviana, a la cual representaba en ese momento, fue que las normales formen parte de la universidad, que se integren y que sus títulos sean reconocidos, pero los maestros se opusieron con argumentos no académicos.
¿QUÉ REQUIERE LA UNIVERSIDAD?
Empezamos a ver que el producto (alumno) del ciclo medio no es bien orientado, no es bien acompañado, no es parte de lo que la universidad necesita de sus bachilleres. Los profesores universitarios se quejan de que los estudiantes no están bien preparados, porque no tienen un norte. La universidad tiene que decir qué clase de bachiller necesita y el colegio debe formar a los estudiantes de un modo determinado, pero seguimos divorciados.
El bachiller ahora es peor que antes. Hoy me dirijo a los alumnos y les pregunto qué se recuerda el 9 de abril y ellos no saben. ¿Qué ha pasado con el profesor de Historia, con el de Ciencias Sociales?
Pero más allá del problema vital está la experiencia histórica y la experiencia internacional ¿Qué se necesita para ser un buen profesional, para entrar en la universidad y ser un buen universitario, qué debe hacer la educación por la juventud?
Esto fue analizado por pedagogos, quienes en la década del 80 hicieron estudios en los que señalaron las competencias que debe tener un bachiller para tener éxito en su vida universitaria y profesional. Son dos, aprender a pensar y aprender a escribir.
No enseñamos a pensar a los estudiantes. Cuando yo salí bachiller me prepararon para responder preguntas que no eran mías y a memorizar las respuestas y a copiarlas de un libro o de un texto, pero no a reflexionar. Un problema enorme es que cuando el alumno no sabe razonar no se capacita. El bachiller que sale de Bolivia no está formado para aprender a aprender.
La situación ha empeorado porque desde el Código Nacional de Educación de 1955 hasta la Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez hubo nueve reformas educativas, incluida esta última.
Se intentó cambiar la educación y a través de la educación la realidad del país, pero no se ha conseguido ninguno de los dos objetivos.
La educación sigue siendo vertical, memorística, teórica. El profesor sabe y el alumno no. Y han pasado ocho reformas, con algunos pequeños cambios. Y llega la Ley 070 (Avelino Siñani-Elizardo Pérez) que no toma en cuenta lo que se logró antes. Es el mismo error que cometieron anteriores gobiernos, no tomar en cuenta a sus predecesores.
En octubre de 1992, por primera vez en la historia de la educación boliviana, las instituciones educativas que tienen que ver con la educación discutimos cuáles son los problemas y cuáles las soluciones. Nos pusimos de acuerdo en todo, padres de familia, campesinos, militares, universidades, magisterio, Iglesia católica y evangélicas, pero después el Gobierno que asumió no tomó en cuenta estos consensos alcanzados en el congreso. Ellos hicieron otro proyecto a través del Equipo Técnico de Apoyo a la Reforma Educativa (ETARE) y sacó la Ley 1565 que no fue discutida ni consensuada.
Pero este proyecto (la Ley 1565) no es del todo malo. El bilingüismo y la interculturalidad son aportes importantes. Pero insisto en que el error fue no basarse en lo que el pueblo había consensuado por primera vez. Este gobierno (el de Evo Morales) cometió el mismo error porque convocó a un congreso, en 2006, en Sucre, e impuso un pensamiento, un plan, y no permitió que otros piensen diferente. Propuse, a nombre de la Iglesia, un proyecto educativo que no fue admitido en la comisión institucional. El magisterio urbano, la Universidad Boliviana, la Asociación de Colegios Particulares, la Iglesia católica y las evangélicas abandonaron el congreso.
Cada gobierno hace su propia reforma educativa. Después del Código Barrientos viene Alfredo Ovando Candia y hace su reforma educativa, Hugo Banzer lo mismo, la UDP, y Luis García Meza, son ocho reformas, y ahora tenemos una que se ha impuesto. Y cuando este país es convocado para una evaluación internacional de la educación, no acepta.
El escolar debe aprender a razonar y ser autónomo
Olga Vásquez/ Dirigente de maestros jubilados
Al estudiante se le debe enseñar a pensar y a razonar. Este tiene que ser crítico y elaborar sus propias ideas.
El adolescente debe aprender a expresar lo que piensa y tener mayor participación, con sus ideas, en la escuela, en el colegio y en la casa. Debe ser más proactivo. Si le coartamos eso, entonces estamos queriendo domesticar a la juventud.
En lo que se refiere a la calidad de estudiantes que salen de los colegios, he recibido, con mucha pena, reportes desalentadores de colegas maestros y catedráticos (de la universidad) que no hablan muy bien de los alumnos.
Ellos aseguran que los bachilleres están llegando con muchas deficiencias a las universidades.
En lo que concierne a la materia que yo enseñaba en el colegio, Literatura, recuerdo que el alumno leía bastante y conocía la historia de Bolivia mediante la lectura de las novelas clásicas.
Y ahora vemos, con pena, que los estudiantes desconocen las obras clásicas de la Literatura, porque no tienen ese interés de leer.
Los estudiantes se distraen fácilmente con la nueva tecnología y están perdiendo el hábito de la lectura. Por lo menos se observa que no agarran ya el libro físico y no sé si leerán en sus tabletas o computadoras.
Considero que el hábito de lectura no debería perderse nunca. Es más, tiene que incentivarse desde los primeros cursos de la escuela.
En los primeros 10 minutos, al empezar la clase, se leía. La profesora empezaba esta actividad y los niños debían leer algún texto.
Lo cierto es que se nota un bajón en el nivel de la educación. En una oportunidad visitamos una universidad y pudimos verificar que ni los catedráticos conocían la historia de Bolivia y eso es lamentable.
Creo que la base para enseñar es conocer.
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