Que un ventero alcance a un escolar, por ejemplo, un sándwich con la misma mano con la que recibe las monedas, basta para contaminar ese alimento. Y es que esas piezas de metal contienen más gérmenes que un asiento de un inodoro, 26 mil microorganismos, para precisar.
Si además de manipular indebidamente el sándwich, el ventero lo expone solo 30 minutos al aire libre, el grado de contaminación del alimento se eleva aún más, considerando que en Cochabamba hay 200 microgramos de partículas nocivas por cada metro cúbico de aire.
Para la jefa de Nutrición y Dietología del Instituto de Gastroenterología Boliviano Japonés, Daisy Ferrufino, esa situación es tan común en las unidades educativas como ver a una ventera vendiendo golosinas a los escolares con las mismas manos con las que, por ejemplo, acaba de limpiar las heces fecales de su bebé.
En su inocencia, los menores en edad escolar casi nunca cuestionan ese tipo de actos, sin embargo sus cuerpos son los que sufren las consecuencias.
Salmonelosis, Amebiasis, Fiebre Tifoidea y Hepatitis A son algunas de las enfermedades gastrointestinales que contraen los escolares que ingieren alimentos contaminados.
De acuerdo al grado de infestación de la comida, los síntomas se hacen evidentes a horas o días después del consumo, según la nutricionista Ferrufino.
Generalmente, al cabo de unas ocho horas, el escolar puede presentar dolores abdominales, diarreas, náuseas y vómitos. Todos esos trastornos vienen acompañados de fiebre.
“Es un ciclo durante el cual el niño se va deshidratando y eso puede desembocar en problemas mayores”, explicó la nutricionista Ferrufino, a tiempo de agregar que la muerte no está descartada.
GÉRMENES EN TODO Sin embargo, las toxiinfecciones alimentarias (enfermedades que se producen por la ingesta de alimentos contaminados por microorganismos patógenos o sus toxinas) no solo suceden cuando un escolar consume comida elaborada por las venteras -por ejemplo sándwiches, salchipapas, albondipapas y demás- , sino también cuando ingiere alimentos empaquetados. Y es que los microorganismos se adhieren con facilidad a la envoltura de la comida.
“No digamos que los líquidos bebibles (jugos en cajas) están mal, el tema es la manipulación”, aseveró.
Según la nutricionista, algunos porteros limpian sus productos empaquetados con “trapos sucios” y ése es otro factor contaminante.
PERJUICIO MENTAL
Al margen de los daños físicos, la ingesta de ciertos alimentos que se comercializan en las porterías de las unidades educativas también puede ocasionar daños mentales en los menores de edad, tal es el caso de la comida chatarra.
Para la nutricionista Ferrufino, la venta de esa y cualquier comida debería estar prohibida en las unidades educativas, debido a que altera el ciclo de alimentación normal: desayuno, almuerzo y cena.
Entre el desayuno y el almuerzo, un escolar solo debería consumir alimentos ligeros que concentren proteínas y vitaminas, por ejemplo, un yogur con una fruta.
Aquellos estudiantes que comen salchipapas, albondipapas, hamburguesas y demás tienden a dormirse en clases. Esto sucede porque su irrigación sanguínea se concentra en digerir los carbohidratos consumidos y no en la clase. Esa sensación de somnolencia es normal, pero no a mediamañana, explica Ferrufino.
RIESGO INMINENTE En vista de que de una u otra manera los escolares corren el riesgo de contraer enfermedades toxiinfecciosas o mentales al consumir alimentos en las porterías de sus unidades educativas, la nutricionista Ferrufino sugiere a los padres de familia que envíen merienda a sus hijos.
Sugirió barras nutricionales de quinua, los tradicionales palitos de tarwi e incluso jugos envasados, pero antes es necesario que el padre de familia limpie adecuadamente cada envase.
También está permitido que los menores de edad se lleven comida, por ejemplo una porción de arroz o ensalada, pero que sea elaborada en casa. Además, para evitar la caries, también pueden consumir alimentos duros como el chuspillo (maíz tostado), almendras o nueces, que se caracterizan por remover los restos de comida que se acumulan en los bordes de las encías.
30
Minutos
De exposición de los alimentos al aire libre es suficiente para que éstos se contaminen, indicó la nutricionista Daisy Ferrufino.
Golosinas.
Las golosinas tienen carbohidratos que se metabolizan tan rápido que no satisfacen al estómago.
Ideal.
Para que un niño no tenga hambre en el recreo, debe consumir en su desayuno huevo, leche o queso.
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