Para cualquiera de nosotros es necesario sentir que pertenecemos a un grupo determinado y nos identificamos con ellos por las cosas que tenemos en común, y que son también lo que nos diferencia del resto. ”Quienes son capaces de hacer y mantener amigos y establecer relaciones sociales tienen muchas probabilidades de ser felices”, dice la psicóloga Rocío Ramos-Paul, Supernanny, en uno de los capítulos de su libro “Niños: instrucciones de uso” (Editorial Aguilar), que ha escrito junto al también psicólogo Luis Torres, y que profundiza en la escolarización.
Adaptación a un nuevo entorno
las relaciones sociales son las que establecemos con las personas que nos rodean. Esto es algo inevitable, puesto que el ser humano es un ser social que tiene que interactuar con su entorno.
Los niños establecen sus primeras relaciones en casa con la familia. Es al iniciar la escuela cuando esas relaciones han de cambiar para adaptarse a la nueva situación: entablar contactos con sus iguales y con otros adultos diferentes de sus padres.
La familia: Es el agente socializador del niño, ya que depende de ella para la supervivencia y el desarrollo. Lo que le transmiten sus familiares va a determinar la imagen que tendrá de él mismo y su autoestima. “Al menos hasta que empiece a ir al colegio, la familia será la única institución que le transmita valores, normas y habilidades sociales”, apunta Rocío Ramos-Paúl.
La escuela: Ofrece las primeras experiencias fuera del ambiente doméstico para aprender a relacionarse. Además, le permite descubrir que existen otros iguales a él. En la escuela existen ciertas rutinas que, así como algunas normas sociales y de convivencia que el niño aprende y ha de respetar.
El grupo de iguales: Son los individuos más o menos de la misma edad y con los mismos intereses que el niño. “Es en estos grupos donde el niño aprende a sentirse independiente y a cultivar sus relaciones”, comenta.
El hábito de estudio
a la misma hora, en el mismo lugar, de la misma forma. Así es, según Supernanny, como se coge la habilidad y la técnica de concentrarse y poder sacar adelante el curso que se le viene encima. El colegio es el lugar donde el niño sistematiza la adquisición de conocimientos que asimila a través del hábito de estudio.
Además de la repetición de esta actividad, es preciso enseñarle un método eficaz que, aplicado sistemáticamente, le lleve a rentabilizar su tiempo en la ejecución de las tareas y a desarrollar su capacidad de concentración y motivación.
La atención
Es un proceso que se adquiere con el tiempo, a medida que el niño crece y sus estructuras mentales van madurando. Hay tres tipos de atención o concentración:
Selectiva o focalizada: se refiere a la capacidad para centrarnos en unos estímulos concretos ignorando otros.
Dividida: hay situaciones que exigen procesar diferentes informaciones procedentes de estímulos distintos. “Es el caso de un alumno que toma apuntes en clase a la vez que atiende a las explicaciones del profesor”.
Sostenida o mantenida: hace referencia a la capacidad de mantener la atención durante periodos de tiempo relativamente largos, pero no de forma constante, sino con fluctuaciones.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE EL HÁBITO DE ESTUDIO?
La adquisición del hábito de estudio, que empieza desde que el niño es pequeño con el aprendizaje de otros hábitos importantes, le ayuda a hacer del estudio una actividad diaria e ineludible.
Mediante este hábito, el niño adquiere un método a través del cual estudiará más con menos esfuerzo. Asimismo, se sentirá más seguro en relación con los estudios y confiado en sus capacidades para superar las diferentes pruebas académicas.
El estudio es fundamental para el aprendizaje del niño, ya que le dota de los conocimientos necesarios para enfrentarse al día a día y a su futuro desempeño laboral.
Ayuda al pequeño a desarrollar sus capacidades lingüísticas y cognitivas, como la atención o la memoria.
El hábito de estudio aumenta las posibilidades de conseguir un alto rendimiento escolar.
Implica constancia y perseverancia, factores fundamentales para el éxito académico.
El éxito académico, unido al social, es clave para conseguir el éxito laboral y personal.
Los niños con buenos hábitos en el estudio serán más capaces de adaptarse y desempeñar con éxito las labores encomendadas posteriormente en sus puestos de trabajo.
Una buena alimentación
Hay que asegurarse de que nuestros hijos se alimenten como deben; a veces, podemos enviarles un almuerzo muy sano en la mochila, pero no podemos asegurarnos que lo hayan comido, y es que es habitual que los niños lo cambien por otra cosa con un compañero (especialmente si no le agrada). Hagan juntos unas tarjetas con 10 a 20 snacks que le gustan y combina sus sus gustos con alternativas saludables. Asegúrate de que tu hijo está recibiendo la nutrición que necesita.
QUICKIE
Crea un espacio para estudiar. Debe estar ordenado, con lápices y bolígrafos organizados, sin distracciones, a una temperatura adecuada y con una mesa y una silla cómoda.
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