Corren tiempos en los que la violencia parece haber ingresado en el perverso afán de competir con nuestra imaginación. Basta citar los ecos de aquel crimen que aún conmueve al país producido hace apenas dos semanas en Sivingani, Cochabamba. Un adolescente de 17 años fue quemado vivo por una pandilla de jóvenes incluso menores que él.
De conmoción en conmoción, pues casi dos semanas antes de aquel hecho, el asesinato de la adolescente argentina Lucía Pérez, marcado por extrema barbarie, había sacudido a Latinoamérica. Cientos de miles de mujeres, y algunos varones, protagonizaron marchas bajo la consigna del “Ni una más”.
Junto al impacto de estos hechos que sobrecogen a la sociedad se difunden las estadísticas sobre crecientes índices de los diversos tipos de violencia. Más casos de violencia sexual, más casos de acoso escolar (bullyng), más violencia intrafamiliar, más violencia en las calles...
Pese a las reacciones del momento, las movilizaciones y a fugaces iniciativas, brillan por su ausencia los programas estructurados de lucha contra las diversas formas de violencia. Sin embargo, en Cochabamba, este año destacó una excepción.
“El tema de la violencia no es un tema de moda, no es un tema “fashion”, no es algo que se enfrenta con simples talleres – explica la psicopedagoga Elizabeth Machicao Barbery-. Es algo que hay que trabajar cotidianamente para cambiar actitudes, para cambiar formas de relacionarnos entre nosotros. Si un colegio se pone a trabajar durante un año desde diferentes puntos, puede lograrlo”.
EL PROYECTO “SIN EXCUSAS”
Y, precisamente, durante este 2016, Machicao, respaldada por la ONG Oxfam, impulsó en diversos establecimientos de La Paz y Cochabamba proyectos para abordar el problema de la violencia. Entre ellos, destaca el desarrollado en el colegio Anglo Americano de la urbe valluna. Toda, sí toda, aquella comunidad educativa apostó por trabajar integralmente el problema de la violencia.
El proyecto “Sin excusas” pronto fue respaldado por la Asociación de Padres de Familia, encabezada por Eduardo Velásquez y Jorge Blajos. Paralelamente, la directora Jacqueline López y el Consejo Pedagógico coordinaron su aplicación con la psicopedagoga.
Durante una semana, docentes y administrativos recibieron la orientación, fueron supervisados y empezaron a implementar la metodología en las aulas. “La no violencia se trabajó en todas las materias, en todos los espacios. La violencia se la reflexionaba desde materias como física, matemáticas, inglés … - recuerda Machicao-. En inglés, por ejemplo, se realizaban desde análisis y discusiones hasta canciones sobre la violencia”.
“A la filosofía del buen trato que impulsa el colegio se integró magníficamente el programa Sin Excusas para la violencia que trabajó la licenciada Machicao –explica López-. Cada docente presentó proyectos que se insertaron al plan curricular. Se coordinó de manera multidisciplinaria y bajo una metodología holística”.
Por ello, los análisis y los debates no fueron superficiales ni fugaces. En las clases se abordó el principio de la prevención. Se puso énfasis especial en la necesidad de comprender que la violencia no es una forma de vincularse entre las personas. “Se enseñó y aprendió que la violencia se la puede sacar de tu vida, que lastima, que deja secuelas. No hablamos de la felicidad o de que tienes que ser feliz, esos son estados, son momentos –explica la psicopedagoga-. Sí hablamos de enseñar valores como la empatía, la tranquilidad, el respeto, de aprender a ayudar al otro, a ponernos en los zapatos del otro. También se buscó las raíces de la violencia, el, por ejemplo, hacer que las mujeres no acepten desde chicas la violencia contra ellas y que los hombres cambien su forma de relacionarse con las mujeres. Y a esos temas hay que entrar desde matemáticas, desde inglés, desde educación física”.
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Son procesos, empezamos en el colegio, pero claro hay que trabajar en la familia, en la calle, en los medios de comunicación, en la política…
Fernando Balderrama
LOS ESTUDIANTES INTERPELAN
A fines de la gestión, el programa se completó con una feria donde se presentaron proyectos. Participaron los estudiantes de todos los niveles, desde niños de primero de primaria hasta los bachilleres de sexto de secundaria. La sostenida reflexión se tradujo en videos, canciones, periódicos murales, cartas… Testimonios, sentimientos, convicciones afloraron y conmovieron a docentes y padres de familia.
“¡No dejes que te maltraten nunca!”, “¿Y cómo vamos por casa”?”, “Abandonarnos es una forma de violencia”… Los mensajes se multiplicaron y, sea en nutridos papelógrafos o a través de sofisticados proyectores, resultaron directos.
“Cuando los alumnos presentaron sus proyectos sobre la violencia, impactaron por la seriedad, por la creatividad y profundidad con la que abordaron los temas – recuerda Jorge Blajos-. Es evidente que cambiaron su actitud frente al problema, sin duda fue importante enfocar de esta forma un tema tan delicado y complejo”.
Tanto Blajos como la directora López ya apuestan por la continuidad del proceso iniciado. Consideran que se están sembrado las bases para lo que algún día logre ser una política interinstitucional.
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Participaron los estudiantes de todos los niveles, desde niños de primero de primaria hasta los bachilleres de sexto de secundaria.
Fernando Balderrama
LA DIMENSIÓN DEL RETO
Machicao también destaca el cambio de actitud y, paralelamente, recuerda la dimensión del reto. “Es un trabajo de largo aliento – explica-. No es la panacea, no es que con el trabajo en el colegio se acaba la violencia porque la violencia viene desde las familias, en general nuestras familias son violentas y los grandes ausentes en este tipo de procesos suelen ser los padres de familia. Pero ha sido un gran esfuerzo que tuvo un impacto importantísimo en todos los estudiantes y en todos los profesores. Es algo que no se ve en Bolivia, no se trabaja así en Bolivia. Son procesos, empezamos en el colegio, pero claro hay que trabajar en la familia, en la calle, en los medios de comunicación, en la política…Todo está permeado por la violencia”.
Y, sin duda, junto a las noticias cotidianas los informes de diversas organizaciones ratifican aquella definición. “En siete de cada diez familias existe violencia en contra de niños y seis de cada diez niñas son agredidas sexualmente”, reporta Defensa de Niños Internacional. “Cada día en Bolivia se registran 246 embarazos en menores de 20 años”, según un informe del Fondo de Población de la Organización de Naciones Unidas. “Cinco de cada 10 estudiantes han sido víctimas de algún tipo de violencia dentro de la comunidad educativa”, señala un estudio del Ministerio de Educación. “En 9 meses, la Fiscalía General del Estado reportó 74 casos de feminicidio en Bolivia”… ¿Queda alguna excusa para la violencia? En el Anglo Americano la respuesta ha sido ¡NO!
"El tema de la violencia no es un tema de moda, no es un tema “fashion”, no es algo que se enfrenta con simples talleres – explica la psicopedagoga Elizabeth Machicao Barbery-. Es algo que hay que trabajar cotidianamente para cambiar actitudes…"
"Recuerdo a un grupo de 20 muchachos, en un grupo focal de la zona de Achachicala. Ellos y ellas empezaron a dar sus testimonios. Una historia resultaba peor que la otra, al final todos acabamos llorando"
"A la filosofía del buen trato que impulsa el colegio se integró magníficamente el programa Sin Excusas para la violencia que trabajó la licenciada Machicao –explica López-. Cada docente presentó proyectos que se insertaron al plan curricular"
¡SIN EXCUSAS!, 7 COLEGIOS EN CAMPAÑA
Alumnos, padres de familia y docentes de siete unidades educativas de La Paz participaron en la campaña ¡Sin Excusas! El emprendimiento está destinado a enfrentar diversos tipos de violencia a través de reflexiones que surgen en base a la aplicación de herramientas audiovisuales. En ellas se cuestiona, se analiza y se debate sobre las normas sociales que reproducen la violencia en el hogar, en la escuela y en la calle.
La iniciativa es promovida por la ONG Oxfam y se prevé implementarla en 40 escuelas y colegios de La Paz y Sucre. “¿Sabes cómo está tu hijo/hija?”, espeta la idea fuerza de la campaña. Su fase piloto fue implementada en los colegios David Padilla, Ayacucho, Francia, José Manuel Indaburo, República de Alemania, Montessori y San Ignacio. Los cinco primeros corresponden al área fiscal y los restantes al sistema privado. En cada establecimiento se organizaron grupos focales. Se promovió el debate entre alumnos y docentes para enfrentar las actitudes y los escenarios en los que se activa el resorte de la violencia. “Los hombres y su percepción de la violencia”, “el acoso escolar (bullying)”, “percepciones de la mujeres sobre la violencia”, “formas de violencia”, “embarazo adolescente y violencia intrafamiliar desde la mirada de adolescentes”, son algunos de los temas tratados.
“Estamos criando a nuestros jóvenes y adolescentes en ambientes violentos, la familia, la escuela y las calles son lugares inseguros, y quienes debemos protegerlos los violentamos - asegura Elizabeth Machicao-. Recuerdo a un grupo de 20 muchachos, en un grupo focal de la zona de Achachicala. Ellos y ellas empezaron a dar sus testimonios. Una historia resultaba peor que la otra, al final todos acabamos llorando. Y era en general el caso del maltrato que les daban sus madres. Cero cariño, violencia de la que son víctimas esas mamás que luego es transferida a sus hijos”.
Como producto del trabajo piloto, se han producido siete cortos audiovisuales que servirán como materiales para replicar en otros espacios educativos. Los mensajes y contenidos fueron una producción colectiva y los protagonizaron los estudiantes, docentes, padres de familia. Los cortos serán difundidos en talleres con docentes para que puedan aplicarlos en las aulas promoviendo el debate y la generación de cambios hacia actitudes no violentas.
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