Camargo inició el proyecto dando respuesta a la demanda social de servicios profesionales para el cuidado de los bebés, puesto que, cada vez habían más parejas que debían trabajar ambos y no tenían quién atienda a sus hijos.
Es así como el centro de educación inició su labor como sala cuna para bebés recién nacidos. “Desde un principio teníamos la filosofía de introducir a los niños hacia un mundo de aprendizaje, proporcionándoles un ambiente acogedor y cálido, donde la afectividad y la valoración de sus logros sea el eje fundamental”, explica la directora.
La primera etapa de un niño, desde los cero a los cinco años de edad, es primordial, porque el menor es capaz de interiorizar normas y reglas que lo prepararán para el futuro.
“El objetivo de los centros de estimulación temprana y educación integral es iniciar el proceso de socialización entre pares, dentro de un marco cordial y solidario; aprender a compartir y controlar la impulsividad natural del niño”, asegura Claudia Camargo.
De acuerdo a esta profesional, al culminar esta etapa de aprendizaje, los niños deben saber reconocer reglas y normas que establecen los límites de comportamiento, respetando los derechos de los otros y los suyos propios.
Es en ese momento en el que están listos para ingresar a la formación escolar, explica Camargo.
Por eso, el centro se encarga de despertar y motivar la expresión y creatividad, ya que es importante para el desarrollo de los niños.
El centro cuenta con personal capacitado para desa-rrollar las aptitudes y capacidades innatas de los niños como artistas, deportistas e intelectuales.
Luego de estos 18 años de trabajo, Claudia Camargo afirma que la experiencia ganada es muy importante
y que aún tiene el incentivo para continuar a la cabeza del proyecto educacional. “Hasta ahora, ya pasaron unos mil niños por nuestras aulas; y me siento feliz y orgullosa de haber participado en el proceso de su formación”, enfatizó.
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