Durante mi experiencia como estudiante de la Escuela Superior de Formación de Maestras y Maestros “Santiago de Huata” y en diferentes Unidades Educativas de la región, lo que me llamó la atención fue que varios de los estudiantes a simple observación y entrevista poseen en sus casas una computadora, laptop, televisor, equipos de sonido, teléfonos celulares, antena satelital y otros. Los cuales son necesa-rios y útiles si los usamos de una buena manera en las actividades cotidianas para informarnos de noticias relevantes, avances tecnológicos, medicinales y otros. Lamentablemente las cosas son distintas, los estudiantes tanto varones y mujeres tal vez por su adolescencia o juventud son más susceptibles o atraídos por la moda y la tecnología bastante avanzada. En este sentido prefieren escuchar música a un alto volumen, intentan imitar a quien lo canta, como se viste, escudriñar la vida del artis-ta, descargando videos que para ellos son atractivos, en los cuales aparecen personas realizando actividades agresivas y destructivas.
Generalmente están conectados al internet, a la red profunda, con el famoso Facebook, solo para sostener pláticas con personas desconocidas, hasta se pasan jugando en la computadora durante altas horas de la noche o simplemente viendo películas de estreno por cable o comprándolas. Pero alguna vez nosotros como padres de familia, profesores, nos hemos preguntado ¿cuánto daño pueden hacernos? ¿Tanto física, emocional e intelec-tualmente todos estos equipos electrónicos?, es realmente preocupante – alarmante teniendo a la mano tantas novedades que no sabemos cómo usarlas, incluso ese mal uso y exagera-ción pueden deteriorar nuestra salud.
Según los últimos estudios sobre la contaminación electromagnética realizados en países anglosajones, incluso de nuestro vecino país Perú, hace referen-cia a las consecuencias de los aparatos electrónicos, líneas eléctricas, el Wifi, el Bluetooth o las redes inalámbricas, los cuales generan unas ondas electromagnéticas provocada por radiaciones magnéticas que dañan a todo nuestro sistema humano. Estas investigaciones generalmente no son to-madas en cuenta en nues-tro país, peor en el siste-ma educativo.
Los estudiantes conti-nuamente manipulan telé-fonos celulares en el aula en horas pedagógicas causando distracción y estrés, así también se exponen extensas horas frente a equipos o apara-tos eléctricos es decir a la contaminación electromag-nética. Generalmente les causa sueño, fatiga, aburrimiento y malestares (dolor de cabeza o esto-macal). Por esta razón el trabajo de formación e información de los jóvenes estudiantes en el nivel aca-démico (primaria, secundaria y el supe-rior) no solo es de los profesores sino también involucra en un gran porcentaje a los padres de familia o personas cercanas, las cuales tienen el deber de controlar, guiar e informar a sus hijos, mediante la colaboración de especialis-tas: sicólogos, doctores y otros. Por otro lado el Estado debe aplicar políticas claras con relación a todo ello.
Con la iniciación de las actividades escolares hay medios de comunicación que hacen énfasis sobre el uso de celu-lares en horarios de clase, pero no dicen nada sobre el daño emocional, psicológico que ocasionan. Sería bueno instalar teléfonos únicos a todas las unidades educativas, tal vez no sea una solución a todas las trabas entre el estudiante y el un optimo aprendizaje, aun así con estas observaciones cola-boraríamos de gran manera a un mejor aprendizaje.
En conclusión, el avance tecnológico nos exige cambios de actitud: a estu-diantes, padres de familia, profesores, autoridades educativas y de salud. Todos debemos asumir un compromiso y apostar por la tecnología y también por los saberes locales.
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