• Por las tardes, dar tiempo a los pequeños para que hagan cosas diferentes a las de la escuela y así tengan temas de conversación para hablarlas en clase. Esto requiere no solicitar demasiadas tareas, ya que pasan suficiente tiempo en el aula.
• Dar a los niños más poder y libertad, para que al contar sus experiencias éstas sean el centro de su formación.
• Tomar en cuenta que los niños no son recipientes vacíos que hay que llenar de conocimientos: ellos tienen sus propias vivencias y formas de pensar. Es preferible escucharlos y entre todos, crear el conocimiento.
• Reconocer que la escuela debe tomar en cuenta el juego y la diversión.
• Centrarse en lo que los niños saben hacer, y no en lo que no son capaces de llevar a cabo, lo que hará que estén más motivados y en un futuro sean personas más seguras de sí mismas.
• Promover estas ideas, apoyar el trabajo en equipo e incluir en la escuela a la familia y grupos sociales.
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