Cada salón que alberga a unos 30 niños, ahora “engalanan” la unidad educativa, dice orgullosa la profesora de primaria Martha Aramayo.
La cooperación japonesa edificó y equipó estos ambientes en el marco del proyecto de “Construcción de infraestructuras educativas” en noviembre de 2010.
El proyecto benefició a un total de 30 unidades educativas de los municipios de Potosí y Sucre.El monto de la inversión fue de $us 9,41 millones .
Para cerciorarse del cuidado que se le da a las aulas, el embajador de Japón, Toshio Watanabe, realizó una visita a las diversas instalaciones durante el mes de noviembre y regresó satisfecho.
El objetivo del proyecto es mejorar la calidad de educación pública con la construcción, ampliación y remodelación de 15 escuelas en Potosí y 15 en Sucre.
“Trabajo en esta escuela hace 19 años. Los primeros años eran terribles, nuestros alumnos pasaban clases en el bloque antiguo que está destrozado o teníamos que prestarnos aulas del kínder, ahora estoy como en casa, las aulas son más espaciosas, más calientes y los niños aprenden mejor lo que le enseñamos”, comentó la maestra Elis Parrada a La Razón, que acompañó parte del recorrido del embajador Watanabe.
“Además del mobiliario escolar y las nuevas aulas, las obras también abarcaron la edificación de baterías de baño. En el caso de Potosí, hemos edificado 214 aulas y 128 baterías, todas bien construidas y ajustadas a la estatura de los alumnos. En el caso de
Sucre son 154 aulas y 88 baños, ofrecimos un ambiente óptimo y vemos que los niños lo cuidan muy bien”, manifestó el diplomático.
Acuerdo. En marzo de 2008, el canciller David Choquehuanca y el entonces embajador del Japón Kazuo Tanaka acordaron —a través del canje de notas reversales (notas diplomáticas de convenio)— la construcción de las infraestructuras bajo la modalidad de asistencia financiera no reembolsable.
Máximo Ramírez, director del turno tarde de la escuela, señala que en algunas de las antiguas aulas, que aún se utilizan, “las ventanas no tienen ni vidrios” y “los pupitres están partidos en dos”. Él espera contar con más aulas mejoradas el próximo año, como las que entregó Japón. “Tenemos 560 alumnos de primero a octavo, esperamos siempre ir en mejora de ellos y agradecemos a Japón”.
Para el mantenimiento de las salas, niños, profesores y padres de familia se turnan, incluso los fines de semana, dice Aramayo.Cerca a las 18.00 y como todos los días el timbre de la escuela suena, es la hora de que los niños salgan de sus aulas, pero antes dejan las mesas limpias y las sillas bien ubicadas, como se les enseñó; los profesores hacen lo mismo y cierran bien sus casilleros por razones de seguridad.
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