La estructura de la educación recibió un golpe que muchos anticiparon al iniciar la pandemia. El domingo 2 de agosto, el ministro de la Presidencia Yerko Nuñez comunicó que el año escolar se clausuraba y que todos los estudiantes aprobaban de curso. El argumento era que se quería evitar la propagación de la Covid-19 entre los niños y adolescentes que están en edad escolar.
¿Cómo evitar la quiebra, ahora que no habrá el ingreso de las mensualidades?, era la preocupación de los colegios privados, ¿cómo esquivar el desempleo? Era la preocupación de los docentes, administrativos y otro tipo de personal que trabaja en los colegios públicos y privados. ¿Cómo sostener la educación de los estudiantes? Es la preocupación de los padres.
Para Mariel Sánchez, que tiene un hijo de 14 años en cuarto de secundaria, esta es una oportunidad para reconstruir la educación desde la raíz. No es una pérdida de tiempo, considera, sino un momento para la búsqueda de actividades específicas que colaboren con el crecimiento integral.
“Como madre piensas en qué ocupará el tiempo tu hijo, se supone que son los años más nutritivos en los que ellos crecen con los aprendizajes. Ahora los chicos quedaron en mano de los padres y lo primero que hice fue consultarle a él sobre la situación y ver cómo se siente. La pregunta ahí surge, ¿qué es lo que quieres hacer en los próximos cuatro meses? ¿qué es lo que quieres aprender? Por supuesto que no voy a dejarlo solo, sino con autoevaluación y con mi ayuda”, explicó.
Para María José del Carpio la situación se complica un poco. Ella y su madre tienen un restaurante que inició con entregas poco después de la pandemia, como un emprendimiento para amortiguar la crisis económica que dejó a muchos sin un sueldo fijo. Además, ambas tienen la habilidad de convertir cualquier receta en un deleite gastronómico. Desde la mañana tienen que trasladarse hasta el restaurante, que está ubicado lejos de su casa, para empezar con las preparaciones y entregas. Su hermana menor cursa primaria, y ahora ya no pasa clases.
“Aún estamos pensando qué es lo que vamos a hacer por una cuestión de tiempo. Si bien las clases virtuales no eran toda la mañana, había tareas y ella podía ver a sus compañeritos y a sus maestros por la plataforma. Una opción es que ella nos acompañe y podamos enseñarle técnicas gastronómicas”, manifestó.
Alejandra tiene una pequeña de cuatro años con mucha energía. Sus clases virtuales significaron estar sentada junto a ella desde el inicio hasta el final. Las tareas también requerían tiempo y esfuerzo, sin contar con el resto de actividades cotidianas que la vida exige. Además, esto significa la imposibilidad de trabajar.
“Ella ahora hace otras actividades y yo puedo hacer algunas otras, pero con las clases al menos estaban haciendo algo productivo y aprendiendo. Yo puedo enseñarle, pero no tengo la metodología ni las técnicas que un profesor tiene. En los grupos de papás estamos hablando sobre clases particulares. Podríamos pagar la mitad de las pensiones para que los profesores continúen con la enseñanza y nuestros hijos sigan estudiando”, comentó.
Los padres negocian clases particulares
El debate en los colegios particulares sobre cuáles serán los mecanismos que utilizarán para continuar con la educación de los alumnos y sostener la estructura docente-administrativa, continúa. Mientras tanto, en los grupos de padres de familia se analiza la contratación directa. Algunos profesores de ramas troncales serán convocados para que continúen con la enseñanza de los estudiantes. ¿Los profesores de la nueva normalidad se convertirán en streamers?
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