En otro colegio, un estudiante de la promoción colocó en la red social del Facebook una foto suya besando a otro joven. Lo peor de todo es que uno de sus compañeros que lo tenía agregado como contacto vio la imagen cuando se encontraba precisamente en el establecimiento. Los días siguientes el adolescente estaba muy triste y finalmente él y sus padres fueron citados a la Dirección. Allí, melancólico y atribulado admitió públicamente su homosexualidad, pocos días antes de la ceremonia de graduación. Los rumores terminaron.
Los colegios empiezan a tomar sus recaudos del libre acceso a la tecnología, redes sociales y al uso del celular. Por ejemplo, en el Nacional Florida, la sala de cómputo es monitoreada por un ingeniero informático y exalumno de este colegio, Ronald Alarcón. Las páginas eróticas han sido bloqueadas, hay libre acceso al Facebook porque los alumnos ya no usan el chat, Messenger o Hotmail, ingresan de forma directa a esta red social. En esta sala, las páginas visitadas son monitoreadas por el responsable, pero el alumno está en libertad –por ejemplo- de poder ir al café internet de la “esquina” más tarde.
De acuerdo al reglamento de este colegio el uso del celular está prohibido; sin embargo, la directora Jenny Atalá admite con resignación que “no se puede cortar de raíz” porque muchos alumnos tienen a los padres trabajando en el exterior, viven con los abuelitos o porque finalmente a los padres se les hace más fácil contactar a sus hijos con una llamada.
El caso más curioso se presentó en el colegio Marista, por ejemplo, donde un alumno grabó la clase entera de un profesor con un celular. Cuando el director, el hermano José Antonio López, increpó al profesor sobre la indisciplina en su aula, éste no pudo refutar la veracidad de las imágenes tomadas sin su consentimiento. “Lo mismo que te han grabado tu hora de clase, pueden grabar cualquier cosa que tu digas a los chicos”, le advirtió. “Es un arma de doble filo… yo le tengo miedo”, admite el religioso.
Para evitar malos entendidos con las situaciones que podrían presentarse al interior del aula, en el colegio Don Bosco han instalado una cámara en cada una, otras en el patio, a la entrada y a la salida, a fin de poder tener mayor control. Los celulares son revisados periódicamente por los profesores en batidas sorpresa para asegurar que no tienen imágenes obscenas o comprometedoras, aunque los alumnos se dan modos para obtenerlas. El año pasado los padres de un niño fueron citados a la dirección porque en su celular encontraron imágenes eróticas, el padre asombrado le preguntó: “¿De dónde sacaste esto?”. Y el niño con la mayor simpleza le recordó: “Pero si el celular era tuyo!”. Los celulares y reproductores de música están prohibidos según el reglamento de este colegio, pero es imposible tomar control.
La directora de primaria del Don Bosco tiene su Facebook, los alumnos (muchos de ellos niños) están en su lista de contactos, le gusta estar activa en la red. “Que no piensen que me he dormido”, dice. Su celular le facilita hacer muchas cosas, tomar fotos de los eventos al interior del colegio, grabar videos y subirlos al “Face” para compartirlo con los alumnos y sus padres. Dice que al conectarse muchos de sus pupilos le dicen “hola Dire, qué tal?” y muchos también se conectan desde un celular. Admite que los niños de ahora aprenden a manejar sofisticados teléfonos en un “abrir y cerrar de ojos”. En su opinión, el celular para un estudiante debería ser el más simple: “solo para recibir y hacer llamadas”.
El Experto
Rosy Liliana Zabala
Psicoanalista Especializada en Sexualidad
'Los padres deben hablar con la verdad'
Ante la presencia de la Internet, las redes sociales y la tecnología de los celulares; los padres deben supervisar a sus hijos (quiénes son sus amigos, qué hacen y dejan de hacer), y deben hablar con la verdad, no mentirles. Un niño que crece en un ambiente de educación sexual es un niño equilibrado que sabe dar buen uso a su sexualidad. No hablar con la verdad tiene como consecuencia una sexualidad precoz, promiscua e irresponsable, están expuestos a los peligros en las redes sociales donde personas inescrupulosas pueden inducirlos al “ciber-sexo”, o a los raptos, por ejemplo, porque los niños o niñas han pasado mucha información de forma ingenua. Se puede encontrar con un pervertido que no se sabe quien es generalmente, en las redes no se ponen las fotos verdaderas.
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