El año pasado, un escolar de 11 años comenzó a faltar periódicamente a clases para irse a un local de juegos en red, para divertirse y escapar de un conflicto familiar por el que atravesaban sus padres.
El niño estaba casi abandonado por sus progenitores. Ellos no se daban cuenta de que el infante no cumplía los deberes escolares y que su bajo rendimiento estudiantil se reflejaba en las notas desaprobatorias de los exámenes y controles diarios.
Los padres eran personas muy ocupadas e intolerantes. El pequeño costeaba el gasto de la hora del juego en red con el dinero que recibía de su madre para el refrigerio del recreo en el colegio: diez bolivianos por día.
Recién, en septiembre, una profesora del colegio se percató de la inasistencia frecuente a clases del menor y mandó a llamar a sus padres.
Ellos no supieron manejar la situación y comenzaron a castigar al niño con gritos y le quitaron el dinero que le daban para el recreo.
Esto empeoró la situación ya que provocaron irritabilidad en el escolar y éste comenzó a desobedecer a los padres: ya no quería ir al colegio.
Los padres, entonces, buscaron ayuda sicológica en el Hospital del Niño pero fue muy tarde. El menor de 11 años perdió el año escolar.
Gracias a la terapia a la que fue sometido el menor junto con sus padres, ahora, los tres intentan superar el problema y luchan por borrar de sus mentes el tormento vivido.
No obstante, el incidente de este niño no fue el único registrado durante la gestión anterior. En 2010, el Hospital del Niño atendió 60 casos de escolares de entre 10 y 13 años de edad que tuvieron problemas de conducta asociados a los juegos en red: bajo rendimiento escolar, repetición del año académico y conductas repulsivas e irritantes con sus padres, entorno y amistades.
Así lo confirmó a La Prensa el sicólogo infantil del Hospital del Niño, Félix Caballero, tras asegurar que los estudiantes atendidos en su consultorio pasaban una gran cantidad de horas en los locales de juego y no cumplían con sus obligaciones escolares ni ayudaban en el hogar.
Según el experto, el exceso de horas que gastaban los niños en los juegos les ocasionó irritabilidad, impulsividad y agresividad. Por ejemplo, la irritabilidad se reflejó, en varios de ellos, en desobediencia ya que sus papás les dieron permiso de una o dos horas diarias para jugar, pero ellos querían quedarse más tiempo jugando.
La impulsividad se plasmó, en otro grupo de niños, en el bajo rendimiento escolar. En muchos casos, los niños faltaron al colegio y se iban a las máquinas virtuales sin permiso de los padres.
Ante estos hechos, los sicólogos Fátima Lazarte y Félix Caballero coincidieron, por separado, en que si los padres detectan esos síntomas en sus hijos, debido a los juegos en red, es mejor acudir a especialistas para que reciban orientación, ayuda y terapia.
“Los padres deben decidir el tiempo”
“El tiempo que los niños en edad escolar pueden permanecer en los juegos en red debe ser decidido por los padres de familia. El exceso de ese permiso ocurre cuando éste perjudica o interfiere en la relación con sus amigos y el cumplimiento de las obligaciones diarias que tienen, como el estudio, las tareas del colegio y los deberes dentro del hogar”, explicó el sicólogo Félix Caballero.
Por ello, la sicóloga Fátima Lazarte pidió a los padres de familia a que den obligaciones diarias dentro de la casa a sus hijos en edad escolar, como hacer las tareas del colegio, estudiar y ayudar en labores de limpieza o compras. Recién, después, los progenitores pueden otorgarles autorización para ir a un juego en red.
Sin embargo, para Caballero, no existe una institución que controle la venta, el alquiler y el contenido de los juegos en red, es decir, si éstos son exclusivos para mayores de edad. “Un juego violento, como un combate de guerra donde se usan metralletas o cuchillos, puede ocasionar que el niño, en el futuro, se convierta en un asesino en potencia ya que podría aceptar que el crimen es algo familiar en su vida y una solución a un problema”, reflexionó el especialista.
El violento juego Doom 3
Es un juego en red en el que abundan la sangre y los muertos. Comienza con una imagen de Marte vista desde el espacio. Una voz robótica da una breve introducción a la historia de la UAC (Unión Aerospacial).
Después, se ve una secuencia de la torre de control que gestiona la llegada de la nave de transporte que traslada al jugador a Mars City, la principal zona de acceso al complejo. Se usan pistolas, escopetas, ametralladoras, lanzamisiles, proyector de plasma, sierra eléctrica y un extraño y sofisticado artefacto de ataque. Es para mayores de edad.
Un juego de cazaterroristas
El juego Counter Strike se desarrolla en rondas de una duración elegida por el que las crea: un equipo de terroristas se enfrenta a un equipo de efectivos antiterrorismo.
El equipo victorioso es el que cumple todos los objetivos de victoria, de situación o la eliminación de todos los jugadores del otro equipo.
Si al final de la ronda no hay victoria directa de uno de los dos grupos, el equipo que no realizó sus objetivos pierde por eliminación. Los terroristas usan ametralladoras AK- 47 y los cazaterroristas, fusiles M4 A1. Es un juego para mayores de edad.
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