16.12.14

Latinoamérica paga su bajo nivel educativo

Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha calculado un crecimiento económico de 1,1 por ciento para la región en 2014, mientras que para 2015 no se vislumbra un gran repunte (2,2).

“Si deseamos evitar una década de bajo crecimiento económico en América Latina, debemos mejorar el nivel educativo, fortalecer las capacidades de los trabajadores e impulsar la innovación. Los formuladores de políticas deberán realizar esfuerzos significativos para lograr un crecimiento mayor y más equitativo”.

La declaración la hizo la semana pasada el secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Ángel Gurría, durante el lanzamiento del documento Perspectivas de América Latina para 2015, presentada en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en Veracruz.

La afirmación parece resumir la expectativa de tres organismos internacionales: los ya mencionados Cepal y OCDE, y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

Para satisfacer la creciente demanda de personal especializado, es necesario facilitar el cambio estructural a través de la diversificación de la estructura de producción hacia sectores con conocimientos especializados. De hecho, “sin una reestructuración a nivel de la producción, faltará un eslabón en la cadena que vincula la educación, la productividad y la innovación”, destacó, por su parte, la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena.

Este eslabón cumple una función clave en la distribución de ingresos. La diversificación permite la creación de empleos dignos y mejor remunerados, lo que genera menos informalidad laboral y subempleo, por tanto, menos desigualdad. En los próximos años, las políticas de aprendizaje y de diversificación deberían encabezar la agenda de América Latina.

El informe

La publicación destaca la existencia de una amplia brecha entre el rendimiento educativo de un estudiante de educación secundaria de América Latina y un estudiante de la OCDE: el equivalente a 2,4 años de escolarización adicional.

Asimismo, las desigualdades socioeconómicas influyen sustancialmente tanto en el acceso a la educación como en sus resultados. Sólo el 56 por ciento de los estudiantes de origen más modesto asiste a la educación secundaria, frente a un 87 por ciento en el sector de mayor ingreso.

Las deficiencias en calidad de educación también se reflejan en la falta de capacidades y desajustes que existen en el mercado laboral, cuyo impacto afecta considerablemente la competitividad de las empresas latinoamericanas. Las firmas de la región enfrentan mayores desafíos que otras regiones en el mundo para hallar empleados con las competencias adecuadas.

El informe revela que la probabilidad de que una empresa latinoamericana no encuentre los trabajadores con las competencias necesarias es tres veces mayor que para una empresa del Sudeste Asiático y 13 veces mayor que para una empresa de la región de Asia Pacífico. Este problema se presenta en especial en sectores clave, como el sector automotriz y de maquinaria.

Recomendaciones para la región

• Para afrontar esta escasez de competencias, es necesario implementar políticas bien definidas en la educación pre-primaria, secundaria técnica y profesional. Los formuladores de políticas deben realizar mayores y mejores inversiones en educación pre-primaria, donde se desarrollan las principales competencias blandas, como la socialización y la perseverancia en la adquisición de conocimientos, conceptos que resultan de vital importancia para el mercado laboral. Asimismo, se necesitan asignar los recursos destinados a educación de una manera más progresiva, con el fin de reducir las desigualdades socioeconómicas.

• Es necesario adaptar las prácticas en el aula para garantizar un mejor desempeño, incluyendo la ayuda de tutores, la gestión de las expectativas de los profesores y la motivación de los estudiantes. La mejora de la calidad también depende del control y de la evaluación, así como de la existencia de mejores estructuras destinadas a incentivar al personal docente.

• Por último, el Gobierno y el sector privado deberían trabajar en estrecha relación para vincular mejor la educación técnica y vocacional con la demanda de capacidades especializadas en una economía mundial en constante cambio.

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