28.7.12

Colegio San Ignacio: medio siglo de educación para la vida.

Sobre un terreno baldío ubicado en el barrio de Següencoma se construyeron los primeros cimientos de una edificación que, medio siglo después, permanece intacta en su infraestructura y, sobre todo, en su esencia. El colegio San Ignacio hoy tiene razones para celebrar una vida dedicada a la enseñanza enfocada en “ser para los demás”.

Si bien en julio de 1963 iniciaron las actividades académicas, un año atrás empezó la construcción de las aulas con la intervención de alumnos fundadores que, identificados con el proyecto, se sumaron a la obra.

A partir de hoy, los ignacianos están de fiesta.

El padre Ramón Alaix, director general de este establecimiento desde hace tres años, explica que será un año de festejo con diversas actividades, como la tradicional serenata, la celebración de una misa, la exposición de periódicos murales, mesas de debate, festivales folklóricos, presentaciones teatrales y los tradicionales campeonatos en diversas disciplinas deportivas.

El próximo año, además, se presentará un libro que recopilará la historia del colegio a partir de sus protagonistas. “Será una historia narrada a través de las fotografías, anécdotas y experiencias de alumnos, ex alumnos y profesores”, explica el director, de blanca cabellera y ojos radiantes.

Una historia que permanece

En sus inicios, el colegio se llamaba San Calixto de Següencoma, por tratarse de una expansión del primer colegio de jesuitas en Bolivia, el San Calixto, y era dirigido por el sacerdote Ignacio María Palau. Sólo contaba con alumnos de primaria.

Este nombre permaneció durante 18 promociones, hasta que en 1981 los colegios San Calixto de Següencoma y Loyola se unieron para dar lugar al San Ignacio, en el cual se impartían clases en la mañana y en la tarde.

La primera promoción se graduó en 1969 con 54 alumnos, todos varones, según se advierte en un cuadro con fotografías en blanco y negro que adorna una de las paredes, junto a otros mosaicos de las siguientes promociones.

Por las aulas del San Ignacio pasaron el ex presidente de Bolivia, Carlos Mesa, y los hijos de Jaime Paz Zamora, Rodrigo y Jaime, quienes fueron diputados, entre otras personalidades del país.

“Creo que era una época diferente porque además se trataba de un colegio sólo de varones. El trato era distinto y no había lugar a quejas”, recuerda Jean-Claude Eiffel, ex alumno graduado en la promoción 72.

No obstante, en 1979 se permitió el ingreso de niñas a primaria y, dados los resultados, esto se mantiene hasta nuestros días. La primera promoción mixta se graduó en 1991.

Desde la década de los años 60 hasta los 90, los padres José Antonio Villalba, Eugenio Domínguez y Mateo Garau fueron un referente en la orientación espiritual y académica de los alumnos.

El liderazgo motivado por el amor, la armonía entre personas, la disposición de cambio, la integridad, la pasión por la excelencia y el compromiso inequívoco por la fe y la justicia son valores que cimentaron la educación en el San Ignacio desde sus inicios.

Además, algo que distingue a los colegios jesuitas es la pedagogía basada en el CERAE (Contexto, experiencia, reflexión, acción y evaluación).

“No aprendemos para la escuela, sino para la vida. Aquí no formamos genios sin capacidad de enfrentar al mundo”, afirma el padre Alaix.

En esto concuerda Sofía Rodríguez, ex alumna de la promoción 2005, quien asegura que los valores sociales que imparte este colegio ayudan a enfrentar la universidad y el campo laboral desde una perspectiva diferente.

En esta difusión de valores, los profesores entran en escena con un papel fundamental al acompañar el crecimiento de sus alumnos año tras año.

De un plantel de 85 profesores, Ruth Arce y Judith Rush destacan porque hace más de 25 años que ven pasar generaciones con la satisfacción de haber transmitido una “enseñanza integral”.

Dentro y fuera de aulas

Este colegio, ubicado sobre un terreno de cuatro hectáreas, cuenta con una piscina, canchas de césped sintético y de cemento, un coliseo cerrado, 50 aulas, laboratorios de computación y ciencias, y un parque para niños.

Recorrer por estos espacios es como entrar a un laberinto entre áreas verdes, gradas y pasillos, por donde diariamente transitan 2.000 alumnos vestidos con guardapolvos blancos.

Además, los alumnos ignacianos se destacan por una indiscutible destreza para los deportes. Sea fútbol, básquet, voley o natación, tanto varones como mujeres destacan en torneos intercolegiales.

“El San Ignacio siempre destacó en deportes, porque tiene buenos entrenadores que descubren e incentivan el talento que ven en los alumnos”, opina Sofía.

Fuera de estas actividades, una de las tradiciones más importantes en este colegio es el trabajo social realizado por alumnos del último curso de secundaria.

Se trata de viajes de tres semanas en los que se visitan comunidades alejadas de la ciudad para realizar trabajos de construcción, junto a los campesinos.

Lejos de las comodidades, los alumnos aprenden a convivir con los comunarios y a trabajar en equipo para servir al prójimo.

Es que en este colegio prima la enseñanza de Ignacio de Loyola, quien decía que “no satisface el saber mucho, sino el sentir y gustar internamente de las cosas”.

“Entramos para aprender, salimos para servir”.
Ignacio de Loyola

“Ser hombres y mujeres para los demás”.
Ignacio de Loyola

1 comentario:

  1. 1963-2012 Medio siglo?
    bueno, 49 años es casi medio siglo creo que adelantaron un poco los festejos.
    Sagrados Corazones 1912-2012, Estos jesuitas si saben restar!

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